En
esta nueva adaptación del comic de Judge Dredd (a la que nadie llama
"reboot" por evitar siquiera mentar el churrete que Stallone nos
endosó en 1995), Karl Urban se enfunda el casco del juez y ejerce su particular
justicia en una trama que va al grano: "nos han encerrado en un edifico de
200 plantas y quieren matarnos; para salir vivos de esta hemos de matarlos
nosotros a ellos primero". La película hace de la sencillez su mejor baza
sacando el máximo partido a un mundo distópico austero y aliñando el asunto con
la novata a la que Dredd debe evaluar en un "training day" que se
torna infernal. Por ahí también anda Lena Headey dando vida a Ma-Ma, una
villana implacable encargada de poner contra las cuerdas a los jueces. Huelga
decir que lo pasa en grande y se nota.
Lo
que me impidió disfrutar al máximo fue el haber visto antes la salvaje The Raid, con la que Dredd guarda demasiadas semejanzas (el edificio laberíntico ―un personaje más―, la masacre, los aliados y enemigos que se van creando,
etc.), quedándose un peldaño por debajo en atrevimiento pero destacando en el
carisma de los intérpretes. Cada cual en su género (Dredd en acción y The Raid,
artes marciales), ambas son una buena elección.
Ralph,
enemigo del videojuego "Repara-Felix Jr", lleva treinta años viendo
cómo Felix se lleva medallas mientras él solo despierta rechazo allí donde va.
Cansado de ser "el malo" del juego, se marcha a otros mundos en busca
de aventura (y medallas) para probar a los suyos que él también puede ser un
héroe. Evidentemente, no tiene ni idea del caos que está a punto de desatar...
Al
ser Disney el vehículo para homenajear tres décadas de tradición consolera, no
podía faltar la dosis de valores proyectados en cada escena: bondad, amistad,
superación, compañerismo, etc. Fuera del área de confort está el propio Ralph
(a quien se coge cariño a medio plazo y es exactamente igual de arriesgado que
poner a John C. Reilly de prota en una película de carne y hueso), un romance la
mar de divertido y un hallazgo tremendo: Vanellope Von Schweetz, la cosa más
adorable y simpática que se ha visto en pantalla desde que el gato con botas
puso ojitos de cordero en Shrek. La película tiene ocurrencias como hacer del mundo de los videojuegos un
trabajo normal (cuando el salón recreativo cierra, los personajes se
socializan) o tratar las reuniones de villanos cual grupo de alcohólicos
anónimos. También acierta al no convertir la aventura de Ralph en una simple
visita a diferentes géneros y, una vez reunidos los cuatro personajes
principales, trabajar en desarrollarlos y no en expandir el universo de los
videojuegos.
¡Rompe
Ralph! es una película eminentemente infantil pero los adultos (sufridores
padres) también disfrutarán con la solidez de la propuesta y, tal vez, sentirán
una agradable punzada de nostalgia.
STOKER
Como carta de presentación en el mercado internacional, el coreano Park Chan-wook dirige un guión de Wentworth Miller que nos cuenta cómo la inesperada visita del tío Charlie sacudirá la vida de India Stoker, destrozada tras el reciente falecimiento de su padre. También sacude a aquellos espectadores que nos resistimos a la impunidad otorgada por el sello de autor y buscamos sentido al despropósito narrativo que acontece en pantalla. Stoker versa sobre la belleza de la maldad y el horror, conque no le tiembla el pulso a la hora de justificar su tesis de cualquier manera y revolcarse de gusto en escenas completamente ridículas que, se supone, deberían ser el deleite del crítico profesional. Lo preocupante es que lo fueron.
Como carta de presentación en el mercado internacional, el coreano Park Chan-wook dirige un guión de Wentworth Miller que nos cuenta cómo la inesperada visita del tío Charlie sacudirá la vida de India Stoker, destrozada tras el reciente falecimiento de su padre. También sacude a aquellos espectadores que nos resistimos a la impunidad otorgada por el sello de autor y buscamos sentido al despropósito narrativo que acontece en pantalla. Stoker versa sobre la belleza de la maldad y el horror, conque no le tiembla el pulso a la hora de justificar su tesis de cualquier manera y revolcarse de gusto en escenas completamente ridículas que, se supone, deberían ser el deleite del crítico profesional. Lo preocupante es que lo fueron.
Le
concedo una cuidada fotografía, una edición de sonido intrigante y la
interpretación de Mia Wasikowska, que
hace lo que puede con un guión inverosímil en el mejor de los casos. Como diría
nuestro querido Lord Reaver, es para mear y no echar gota.
No
es la típica historia de chica busca chico, pero lo acaba siendo. No es la
típica historia de amistad y moralina, pero lo acaba siendo. No es la típica
comedia musical (herencia directa de Glee), pero también lo acaba siendo. Sin
embargo, se sale con la suya gracias a secundarios excéntricos (Rebel Wilson,
Hana Mae Lee) y a cierto gusto por lo bizarro.
Lo
mejor: los secundarios, los comentaristas pasados de vueltas (Elizabeth Banks y
John Michael Higgins) y la segunda escena del vómito (sí, hay dos).
Lo peor: que no vaya más por ahí.
Lo peor: que no vaya más por ahí.
En
resumen, entretiene incluso a los que no somos fans de los musicales.
Más
vale tarde que nunca: acabo de ver los siete episodios que conforman la primera
temporada de Breaking Bad. Me ha gustado bastante. En lugar de desgranarla (a
estas alturas está fuera de lugar), me limito a lanzar dos comentarios
off-topic:
1)
El ritmo es pausado; otro tipo de series (no señalo a nadie) condensarían estos
siete capítulos en tres o cuatro. Es una agradable sorpresa que el formato haya
funcionado.
2)
Debido a su inminente final, la serie ha tenido una exposición muy fuerte
durante los últimos meses. Incluso no siguiéndola, era inevitable ignorar los
comentarios al respecto. El último, en el blog de George RR Martin:
"Walter White es un monstruo más terrible que cualquier habitante de
Poniente". Como es lógico, en estos siete capítulos no hay ni rastro de
esa afirmación (al contrario, por mi parte hay empatía). No obstante, resulta
difícil ver la serie sin sensación de anticipación, sin valorar las acciones de
Walter viendo ecos e imaginando ese futuro oscuro que está labrándose o al que
está abocado. Tengo mucha curiosidad.
¡Saludos!
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