28 de diciembre de 2011

"Sons of Anarchy": repaso a la cuarta temporada

Esta entrada está llena de SPOILERS desde la primera línea. Si no has visto la cuarta temporada de Sons of Anarchy, sigue leyendo a tu cuenta y riesgo.

Mediante la elipsis propiciada por un año entre rejas, los de Samcro hacían borrón y cuenta nueva, forma estupenda de dejar atrás las risibles aventuras en tierras irlandesas. Las piezas estaban dispuestas sobre el tablero de modo que, si era menester, la cuarta fuese la última temporada: nuevos secundarios con el ingenio afilado y la moral a prueba de balas se empadronaron en Charming a ambos lados de la ley para, por si no bastaba con los patinazos de Clay, llevar a la banda de moteros por terrenos inexplorados de la ilegalidad y hacerles la vida aún más imposible. La idea era descender a los infiernos… pero al final la cosa se ha quedado a medias. Ni chicha ni limoná. El por qué la tragedia no se ha desatado en toda su magnitud se debe a algo terrible en según qué circunstancias llamado “renovación”, capaz de jorobar el más perfecto de los cierres a costa de llenar otro poco las arcas de una cadena. Pero a eso iremos después.

 La trama se ha movido principalmente entre tres líneas narrativas. Entroncando con la temporada anterior, en la primera de ellas siguen con las cartas de John Teller que están en posesión de Tara y suponen una grave amenaza para la hegemonía de Clay dentro de la banda. Ha estado bien que se mojaran de una vez y  por fin cayera alguien de relativo peso en la serie: Piney llevaba tiempo con un pie en la tumba, pero los moribundos eternos (como también lo es Unser) pierden pegada si no llegan a... morirse. Sons of Anarchy se alimenta de amenazas y de la promesa de venganzas sangrientas para avanzar; se materialicen o no, los protagonistas acostumbran a salirse de rositas, salvando la honrosa excepción de Hale (Donna y Half-Sack eran claramente secundarios). Por otra parte, en vistas al final que iban a ofrecer con el cartel mejicano, estaban obligados a quemar algún cartucho si no querían a una audiencia masivamente decepcionada por la falta de garra.  

Toda esta línea también ha dejado a Opie como un perfecto idiota: incluso después de que asesinen a su mujer y a su padre, que tarde más de treinta segundos en matar a Clay a sangre fría tiene un pase narrativo justificado por la construcción del clímax, pero que un asesino casi profesional tenga esa mierda de puntería no tiene perdón de dios. En el mismo instante en que ninguna bala alcanza la simiesca cabeza de Clay hasta el más tonto sabe que el tipo, resistente como la mala hierba, sobrevivirá al ataque ―cuando falta coraje para resolver los meollos que Shawn Ryan, Kurt Sutter y compañía se llevan entre manos, los cliffhangers pierden su razón de ser―-. Qué será de Opie en sus cara a cara con Clay y cómo será capaz a partir de ahora de respirar el mismo aire que su enemigo sin estar out of character es algo que se me escapa.

Volviendo a Tara, es un personaje que a veces no sé seguir. Lo primero que a estas alturas aún no entiendo es qué ve en Jax (físico al margen, obviamente); en mi opinión, viven en planos sociales y de inteligencia muy distintos. Además, no acabo de creerme la supuesta epicidad-más-allá-del-bien-y-el-mal de su relación. Quizá el problema es mío porque ella es el tipo de mujer inteligente y con carácter que me gusta pero él me parece un chulito con pocas luces, por mucho que nos repitan una y otra vez cuán "smart" es ―lo cual no impide que deba reconocer al príncipe el haber sido (¡por fin!) digno merecedor del trono durante esta temporada―. 
 
Como decía, en la doctora Knowles conviven el amor y la rebeldía ante el estilo de vida de los moteros. Como muestra, ella misma suelta a la suegra un dolido "...it's the way they treat women. You know what I mean, Gemma". Antes tenía muy claro que Tara estaba por encima de la sumisión y obediencia ciega exigida para ser la "old lady" de un líder motero; ahora ya no lo tengo nada claro... ¿De no haber hijos de por medio habría seguido ahí? Ahora no solo es una consorte, es una reina consorte...  Si la Tara de los inicios viera su propia gestión de toma de decisiones en el futuro imagino que se arrancaría los ojos de la rabia. Gemma, por su parte, ha quedado algo desdibujada en el tramo final y tanto cambio de parecer y tanto ardid en la sombra me han hecho perder la pista sobre si quiere a Clay vivo o muerto o si está dispuesta a dejar que su pequeñín abandone Charming de una santa vez. En conclusión, no entiendo a las mujeres de esta serie.

La segunda línea narrativa se centra en la escalada de las actividades ilegales que ha emparentado a los Sons con la crème de la crème de la delincuencia: el cartel de droga mejicano. Ha sido divertido comprobar que la habilidad de Clay para meter la zarpa parece infinita y, en efecto, enrolarse en la causa de Romeo Parada era una pésima elección de la que ya no hay marcha atrás posible ―aunque no por las razones temidas por Jax y Bobby desde un inicio―. El asunto les ha estallado en la cara (sobre todo a Kozik, je) y ha llevado la disensión interna del grupo al cambio de liderazgo. No obstante, lo que se prometía como un final descarnado ha quedado en un chiste, una broma de mal gusto. ¿Machete con la CIA? ¡Venga ya! El único lado positivo que veo a este giro narrativo es que así se explican las cotas de patetismo alcanzadas durante el secuestro/asesinato de Tara: es que en realidad no querían matarla. Ah, pues vale. Por fortuna, en estas resolución no hay islas que desaparezcan del continuo espacio-tiempo ni personajes que se transforman en ángeles; aquí se puede virar el timón e intentar recuperar el rumbo. Hay, por lo menos, otros trece capítulos por delante para convencernos de que esto era lo que debía pasar.

La tercera línea la conforman el ayudante del sheriff Roosevelt y Lincoln Potter, quienes han intentado detener a los miembros del MC cada uno a su manera. La temporada comenzó con Roosevelt heredando el legado original de Hale de echar a patadas a los Sons of Anarchy de Charming. Rockmond Dunbar tiene tanta presencia como Michael Chiklis y ha dotado a la comisaría de la contundencia que nunca debió perder. Sin embargo, se le ha hecho un flaco favor al juntarlo con alguien tan limitado como Juice en todos los sentidos. Me explico: Theo Rossi es adorable pero su formación interpretativa parece salida de la famosa "escuela de las dos caras", popularizada por una generosa lista de artistas marciales. Y sin nada que ver pero totalmente relacionado con el problema, ¿desde cuándo los Sons of Anarchy se definen por parámetros arios? Happy no es la cosa más blanca del mundo (por mencionar a otro), hacen tratos por igual con Mayans y Niners, y juraría que una de las franquicias está formada al completo por integrantes negros. No sé, lo vi sacado un poco de la chistera, una excusa para crear un conflicto que hasta ahora no existía o no habían sabido definir. En cualquier caso, tanto da, ya que al final todo acabó en agua de borrajas; si antes hablábamos de falta de efectismo en los cliffhangers, el lamentable intento de suicidio de Juice se lleva el premio gordo por goleada. Con el puertorriqueño se ha desaprovechado la oportunidad de llevar la tensión hasta las últimas consecuencias como habrían hecho en The Shield, y es una verdadera lástima pues durante su periplo como soplón se lograron escenas de mucha intensidad. 

En otro ámbito, centrar los esfuerzos de Roosevelt en la trama del infiltrado ha desviado la atención de su vida personal. Creo recordar que él y su mujer no pueden tener hijos ―corregidme si me equivoco―, situación cuyo freno no lamento visto el trato baratero que suelen recibir las líneas dramáticas con críos de por medio. Lo que sí lamento es que la mujer no recibiera más tiempo en pantalla; se perfila como un personaje interesante y una digna rival para Gemma que servirá para traer aire fresco al repertorio de antagonismos porque, reconozcámoslo, el duelo de amor-odio-respeto con Tara anda ya algo trillado. 

Con Lincoln Potter se ha dado otro volantazo en balde. Quien fue presentado como un agente libre de poder ilimitado ha resultado ser otra marioneta en el teatro de la jurisdicción entre agencias: el pobre tipo no sabía de la misa la mitad. El caso estaba cerrado incluso antes de abrirlo. Esta clase de resoluciones tienen un punto de caricatura, igual que el servicio de supuesta "inteligencia" para el cual trabaja, ¡menudo despilfarro de presupuesto público! Otra lástima, ya que con Potter tuvieron el buen ojo de alejarse del retrato forzado en el que acabó sumido la agente Stahl. Ambos están fatal de la azotea pero, en el fondo, Potter no es más que un friki entrañable (y algo cabrón) que solo quiere atrapar a los malos…  

Lo que nos trae de vuelta a Clay, a quien siempre he considerado el verdadero villano de la serie. Que el usurpador del trono de los Sons caerá a manos de su hijo adoptivo o de su amada cómplice (y no a causa de la mala puntería del buenazo de Opie) es algo que tengo clarísimo desde la primera temporada. También creí que la entrada de Romeo Parada y la conexión con el IRA no serían más que el catalizador de las emociones de Jax y Gemma, que el tema de "la familia" siempre ha estado ahí y Clay, precisamente, no es familia (que alguien pida a los guionistas que dejen de poner "I'm protecting my family" en boca de Tara, los Teller y básicamente todo dios cada seis minutos, por favor). Si mi teoría es cierta, Clay aguantará como un jabato hasta el final. Cuando él caiga y Gemma afloje las riendas, Jax y su familia podrán abandonar ese limbo vital llamado Charming. Por eso Clay todavía no podía borrarse de la ecuación, porque Sons of Anarchy tiene cuerda para al menos una temporada más. Esta decisión representa un escupitajo en la cara a lo que podría haber supuesto un cierre de campanillas, pero era totalmente necesario (el escupitajo) si quieren ser coherentes con el leit motiv de la serie: familia, traición, venganza, ¡Hamlet! 

Pese a lo dicho hasta aquí, la cuarta me ha parecido una temporada sólida que únicamente ha flaqueado en el tramo final como consecuencia de la imposición de estirar el relato. Tomar este camino ―que, compartamos o no, todos comprendemos― juega en perjuicio de la energía acumulada, que se disipa una vez más. Pero hablamos de Sons of Anarchy, de guionistas que han alcanzado el clímax con nazis, irlandeses y mejicanos por igual, conque no es descartable que en la quinta temporada vuelvan a conseguir una atmósfera donde la tensión en el ambiente se pueda cortar con un cuchillo.  En conclusión, ¿yay o nay? Yo lo tengo claro, "yay", al menos por una tanda más. ¿Y vosotros?

Si en Once Upon a Time se quedaran sin bruja...
Otras consideraciones:
1) Tig, Chibbs  y Bobby tienen un carisma arrollador y muy buen hacer ante las cámaras. Sin ellos y el resto de la banda casi al completo sería imposible ver esta serie.
2) Kart Sutter se ha regalado a sí mismo un par de escenas caramelo con Otto.
3) En cambio, Ronnie Gardocki y David Aceveda (por llamarlos de algún modo), han aparecido de forma poco memorable (snif!). Danny Trejo, correcto, y David Hasselhoff, con buen humor.
4) Leo artículos donde se discute la moralidad de la serie. En mi opinión, tengo muy claro que son una panda de cabrones (Jax y Opie podrían salvarse de la quema porque han crecido ahí y no conocen otra cosa); lo mejor que podría pasarle a Charming es que el caso RICO prosperara, los enchironaran a todos y la ciudad saliera de la Edad Media.

Marchando una de frivolidades:
1) No soy ni remotamente shipper, pero Gemma y Tig echan chispas cuando se quedan solos...
2) ¿Soy yo o en esta temporada se han pasado un poco con la cantidad de mugre que le echan a Bobby?
3) Que despidan de inmediato, por favor, al director de vestuario responsable de calzar a Jax con zapatillas blancas en una serie de moteros.
4) Llevo toda la serie arrastrando una duda. Gracias al plano final de esta temporada, se ha solucionado: Gemma no es motera, es gótica :p

¡Felices fiestas a todos!

5 de diciembre de 2011

"Un método peligroso", la procesión va por dentro


Tras Una Historia de Violencia y, sobre todo, la vibrante Promesas del Este, no podía perderme la tercera colaboración entre David Cronenberg y Viggo Mortensen. Saber que la película trataba sobre Freud, Jung y el psicoanálisis me hizo dudar ―no me apasionan los biopics―, pero sentía curiosidad por averiguar cuál iba a ser el enfoque empleado por el director canadiense para abordar un tema tan delicado.

Como ya ha señalado la crítica, Un método peligroso es la película formalmente más convencional de Cronenberg hasta la fecha. En primer lugar, está basada en hechos reales (no tengo claro hasta qué punto): narra la relación que se estableció entre Carl Jung y Sigmund Freud a través de Sabina Spielrein, paciente del primero tratada mediante “psiqueanálisis”, hecho que llevó a ambos doctores a conocerse en persona en Viena y desarrollar conjuntamente lo que daría pie a la teoría psicoanalítica moderna. En segundo lugar, la película huye de flashbacks absurdos de la infancia de Sabina, delirios visuales o abuso gratuito de la sexualidad, tentación a la que otros directores sin duda habrían sucumbido al tener entre manos un material tan corruptible como la teoría Freudiana del deseo sexual reprimido. Su origen teatral tal vez tenga algo que ver con esta calma que, por otra parte, contempla con pavor cómo lo inmoral (el discurso de Otto Gross, un inmenso Vincent Cassel) se abre camino a machetazos entre tanta normalidad ―que nadie espere orgías entre nubes de opio, por favor―.

Un método peligroso puede pasar por ser fría, aséptica o críptica. Quizá sea así, pero su sobriedad es coherente con el retrato de aquello que sus personajes viven en una época muy determinada. La contención de la propuesta está ensalzada por las actuaciones del trío protagonista. Keira Knightley hace el histrión menos de lo esperado como Sabina Spielrein y, a medida que avanza el metraje, gana peso a fuerza de construir su personaje con matices que hacen de ella alguien atrayente, digna de enfrentarse a los pesos pesados que son el emergente todoterreno Michael Fassbender (Jung) y Viggo Mortensen (Freud), quienes también se baten en un duelo interpretativo donde las miradas y los silencios están cargados de significado. Insumisión, represión y ego (pertinentes), compromiso, roles invertidos, recelo entre clases sociales, temor al futuro que acecha a Europa… todo está ahí sin resultar obvio, ayuda a que la película fluya, se nos haga corta ―lo es― y nos quedemos con ganas de más.

3 de octubre de 2011

Festival de Sitges 2011

La gran cita anual para los amantes del cine fantástico, el Festival de Sitges, me coge este año desprevenido y, a tan solo unos días de su ceremonia de inauguración (este jueves, 6 de octubre), no tengo demasiadas referencias sobre lo que puede o no valer la pena. Si queréis indagar por vuestra cuenta, tenéis el listado oficial de películas en esta página, desde donde también podréis descargar en pdf el programa de mano con los horarios.

Ojeándolo por encima me ha interesado Eva, ficción española encabezada por Daniel Brühl, Marta Etura y Alberto Ammann, con la que se espera competir en un género que por presupuesto y ambición suele resultarnos algo esquivo. Siguiendo con la ciencia ficción he visto Another Earth, una cinta americana que trata sobre la existencia de un multiverso (McGuffin la reseña aquí); es independiente, así que nadie se imagine ejércitos de clones… Por supuesto, buscando si había algo de Park Chan-wook he topado con el cortometraje Night Fishing y con la reposición gratuita de Thirst, el acercamiento de este personal e interesante director al mito de los vampiros. Siguiendo con cine asiático, hay un documental de Kim Ki-duk sobre su propio proceso creativo que, aunque sé que no lo veré, no deja de llamarme la atención. Lo que no hay o no he sabido encontrar es algo del brillante Johnnie To (lo que no significa que no haya otro film coreano de bandas que nos deje con la boca abierta) ni una película de animación de las que quitan el hipo. Por lo tanto, seguimos un año más sin la tercera entrega de la revisión de Evangelion

Dentro de terrenos más comerciales están The Tempest, la adaptación raruna del homónimo de Shakespeare (vale, quizá no sea tan comercial); Contagion, el viral de Soderbergh, y Jane Eyre, la enésima adaptación de la novela de Charlotte Brontë, esta vez con Mia Wasikowska y el magnético Michael Fassbender y Cary Fukunaga tras las cámaras. Ahora sí, a partir de este punto dejo la búsqueda enteramente en vuestras manos (espero que si veis algo interesante lo reseñéis en los comentarios…).

Casi todas estas películas llegarán a las pantallas nacionales en cuestión de semanas o un par de meses, y teniendo en cuenta los horarios imposibles del festival entre semana y la dificultad para desplazarse hasta allí sin vehículo propio (el Tren Fantàstic es una buena iniciativa pero también una ayuda relativa: sigues quedándote tirado en la estación de Sants a las 2 de la mañana), es posible que si paso por Sitges solo sea para tomar unos nachos en el bar Colonial mientras disfruto del ambiente… We’ll see, como siempre.

¡Saludos!

PD: Los carteles dan grimilla, eh? Bienvenidos al valle inquietante XD

11 de septiembre de 2011

Meme 101: TV series & others

Pese al reinicio pre-otoñal de series, no espero tener nada nuevo con lo que actualizar el blog durante unos días. Por esa razón aprovecho para abrir la caja de Pandora y... ¡responder a un meme! Las preguntas son cachondas, refiriéndose al fandom como si se tratara de un colega o un rollo pasional. En realidad, es una excusa tan válida como cualquier otra para hacer memoria y recomendar (o rajar de) series y libros. Lo saqué del Live Journal de Cosette; si os interesa ver qué contestó ella no tenéis más que pulsar este enlace (sus respuestas son muy distintas a las mías, vale la pena que os paséis por ahí). Venga, al tema:

The one who seduced you, screwed you over, broke your heart in a million pieces, and laughed about it:
Me atrajo con aventura y me sedujo con misterio. Me susurró promesas al oído y me arrastró a la cama con facilidad. No fue hasta el momento de la verdad cuando descubrí que... ¡era un travesti con una herramienta de palmo y medio! Menudo chasco. Sí, claro que hablo de Lost. La verdad es que ahora no se la recomendaría a nadie (aunque se ha convertido en una fuente inagotable de carcajadas: me río DE ella).

The old flame you don't see very often any more but whom you still really enjoy getting together with for a few drinks and maybe a pleasant nostalgic romp:
Esta es fácil: mi afición por el anime en general. Ya no lo consumo de forma regular, pero sigo tragándome Dragon Ball cuando pillo por casualidad un capítulo en re-re-re-reposición, se me cae la baba por los dos lados con películas puntuales (las más "recientes", Ghost in the Shell 2 y los nuevos ova de Evangelion) y disfruto como un enano del Ghibli anual.

The mysterious dark one whom you used to sit up with talking until 3 AM at weird coffee houses and with whom you were quite smitten until you realized s/he really was fucking crazy:
 
"¡No has visto nada como esto, dude!", decía yo, entusiasmado, mientras recomendaba Misfits a todo dios y repartía copias a mansalva de la S1 como si fuese una cruzada personal. Y llegó la S2. No sé si la falta del factor sorpresa reveló sus costuras, si se perdieron los toques de terror (el primer asistente social infectado), si la línea entre genialidad y locura era demasiado fina (el tío que vive la vida como un videojuego o el villano de la leche... literalmente :p), si no supieron desarrollar bien a los personajes o fue otra cosa distinta. Lo que sí sé es que meter un ship con calzador y convertirlo en una línea principal de peso fue una cagada sin parangón (Simon/Alisha, seriously?). Pero lo que es auténticamente fucking crazy es seguir esta serie sin Nathan.

The one you spent a whole weekend in bed with and who drank up all your liquor and whom you'd still really like to get with again, although you're relieved s/he doesn't actually live in town:
Podría decir Firefly (Whedon se la habría acabado cargando), pero seré un poco menos friki-troll y diré Friday Night Lights.
En mi opinión, superaron con elegancia el arriesgado cambio de escenario de la S3 (que tuvo un cierre en toda regla por si no eran renovados) a la S4, logrando que durante otras dos temporadas nos encariñáramos con caras nuevas, que la vida en Tejas fuera tan intensa como al principio y, ei, hasta que Riggins conectara una frase entera, con verbo y todo. Sin embargo, creo que contaron todo lo que tenían que contar (de hecho, en alguna línea ya patinaron: ¡maldita Julie, menudo esperpento de hija, Coach!), dejando un balance de notable alto. Para mí es una de las grandes.

The steady:

Sin ninguna duda, The Shield, la mejor serie del universo universal, excelente durante sus siete temporadas. Jamás bajó el listón. 
La hostia en vinagre
The alluring stranger whom you've flirted with at parties but have never gotten really serious with:
Sí que me pongo serious con ellas, pero las series HBO en general requieren una exigencia inusitada. Con todo el tiempo que ha pasado, siguen pendientes la última de Deadwood, la segunda de Carnivàle, las últimas de The Sopranos y todo The Wire exceptuando la primera. ¿Son malas? Muy al contrario. ¿Me da pereza verlas? No exactamente, sino que hay que estar de un ánimo determinado para verlas porque son (positivamente) agotadoras, un ánimo sesudo y gafapastoso que suele abandonarme entre semana. Últimamente veo mucha comedia, aunque...


The one you hang out with and have vague fantasies about maybe having a thing with, but ultimately you're just good buddies:
Últimamente veo mucha comedia, aunque no me las tomo demasiado en serio, ¡son comedias!:p How I met your mother, The Big Bang Theory y un largo etcétera se van colando entre mi parrilla semanal, pero no despiertan en mí el ánsia de devorar capítulos. De hecho, a algunas como The Office o Modern Family les doy una estocada mortal sin demasiadas contemplaciones en cuanto me doy cuenta de que las veo con piloto automático, sin interés real, por ocupar con "algo" la media hora de la cena. La excepción a esto es la sensacional Community, de la que hablo más abajo.

The one your friends keep introducing you to and who seems like a hell of a cool person except it's never really gone anywhere:
Aquí coincido con Cosette: Supernatural. 
Onari y Nahum (hace poco, también Reaver) han hablado largo y tendido de sus virtudes. Por ellos lo he intentado con más paciencia de la habitual pero soy incapaz de pasar del capítulo 15. Dean y Sam tienen química, me gustan; supongo que el concepto de "monstruo de la semana" y unos casos tan poco currados (y repetitivos) pueden conmigo.

The one who's slept with all your friends, and you keep looking at them and thinking, "How the hell did they land all these cool people?":
Estoy hasta el moño de vampiros adolescentes, guapos y absurdos.
O de vampiros adultos buenorros e igualmente absurdos, tanto da. Aborrezco True Blood y The Vampire Diaries ya desde el concepto. De la primera no superé medio piloto (por mí, ella y Alan Ball pueden arder en el infierno), y la segunda es un fanfic chapero y patético de CRAPúsculo. Blergh.


Esto parece un anuncio de colonia...
The one who gave you the best damned summer of your life and against whom you measure all other potential partners:
The Shield.
Obviously.

The one you recently met at a party and would like to get to know better:
En esa fiesta me tomé unas copas con la primera de The Wire y hemos quedado para algo más serio cuando los dos tengamos tiempo (el timing es esencial con las relaciones duraderas ;p). Luego un par de amigos me presentaron a unos tales Walter White y Jesse Pinkman; parecían gente interesante.

The old flame that you wouldn't totally object to hooking up with again for a one night romp if only they'd clean up a bit:
Vuelvo a tomar la palabra a Cosette, pero esta vez con matices: Fringe.
Sabiendo de qué va y de quién viene, no me permito tomármela en serio (no haré algo que ellos mismos no hacen). Tiene momentazos y golpes de auténtico genio, pero sé que me la meterá doblada en cuanto me agache para coger el jabón. Es una lástima porque va sobradísima de potencial...

Your hot new flame:
 
¡¡¡Community!!! Jamás imaginé que una comedia me llevaría tan de cabeza. Es brutal, cada capítulo es una vuelta de tuerca sobre la vuelta de tuerca, un derroche imaginativo sin parangón con un reparto en estado de gracia. Eso me da un miedo que te cagas, claro: ¿se puede mantener el nivel de esta manera? En nada, la S3. Comiéndome las uñas la espero.
 
 

The one who stole your significant other:
Battlestar Galactica me ha cambiado la vida. La mía y la de mi novia. O, más bien, la de mi novia y, por efecto rebote, la mía... Pero no lo ha hecho por ser una serie de calidad, no. Ni por haber revolucionado el género de la ci-fi, tampoco...
Por culpa de esta condenada serie he tenido la enorme desgracia de saber infinitamente más de lo que nunca quise sobre fanfic y ships/slash/pairings/su madre, dos de los tres fenómenos fandom que menos entiendo y además no me interesan (el tercero son las groupies). Pero that’s ok. You know why? Porque tengo tres pensamientos positivos al respecto:
1. El saber no ocupa lugar.
2. Lo que no te mata te hace más fuerte.  
3. “Lo que hago por amor...” XD

¡Hasta aquí mi meme! Me hubiera gustado dedicar unas palabras a Sons of Anarchy, Justified, Luther, Game of Thrones e incluso a Rookie Blue, series a las que he dedicado tiempo durante estos meses. Con un poco de suerte encontraré un momento para ellas.
¿Os animáis a responder vosotros?

¡Saludos!

2 de septiembre de 2011

Lo que se avecine: "Los hombres que no amaban a las mujeres", "Tinker, Tailor, Soldier, Spy" y "The woman in black"

¡Septiembre viene cargadito de novedades! Novedades que, por cierto, no voy a comentar. ¿Qué diría si lo hiciera? ¿Que al final iremos nos tragaremos Cowboys & Aliens aunque sepamos que a duras penas nos hará pasar un rato entretenido? ¿Que La piel que habito tiene una pinta bizarrísima y si no fuera de Almodóvar seguiría en forma de guión en el cajón del escritorio de una productora de barrio? (¡Onari, di que sí!) ¿Que no veremos El árbol de la vida y perderemos la oportunidad de salir del cine siendo más inteligentes? ¿Que Los amos de Brooklyn llega con retraso y nos gustará menos que Training day? ¿Que no hace ni falta ver el trailer de Arriety porque todo lo que produce Ghibli es arte? ¿Que José Coronado tiene presencia y el magnetismo que necesita nuestro cine y No habrá paz para los malvados es un título con gancho?  

Pero nada de esto voy a decir pues, como sabéis, utilizo esta sección (hoy en día a todo se le llama sección…) para enlazar trailers que me han interesado o llamado la atención, sin tener en cuenta que a veces falten meses para su estreno. Hoy os traigo tres títulos:


The girl with the dragon tatoo, adecuadamente conocido por estos lares como Los hombres que no amaban a las mujeres, primer libro de la saga "Millenium". Lo que acabáis de ver es el primer trailer del remake americano dirigido por David Fincher. A los que comentan por internet que desvela demasiado les digo que no, que si no has leído los libros todo lo que ves es un montaje videoclipero que transmite mal rollo (el trailer es explícito: "The feel bad movie of Christmas") y una atmósfera muy conseguida, efectos potenciados por una elección musical perfecta. Ahora falta que la película esté bien (estreno en España en enero de 2012).


Otra adaptación literaria. El afortunado es John le Carré, cuya novela Tinker, tailor, soldier, spy ya fue serializada a finales de los 70. Bajo el poco sugerente nombre de El topo llegará a nuestras pantallas en diciembre una nueva versión dirigida por Tomas Alfredson (al que recordaréis por la sueca Déjame entrar) con un reparto de lujo: Gary Oldman, Colin Firth, Tom Hardy, Benedict "Sherlock" Cumberbatch o Mark Strong, entre otros (¡Mark Strong! Fijo que el topo es él XD). Hay un nuevo trailer que explica más, pero prefiero este precisamente por lo contrario y, de nuevo, por un tema musical sugerente. Tiene una pinta magnífica, ¿no creéis?


Si Daniel Radcliffe logra o no deshacerse finalmente de Harry Potter, nadie podrá recriminarle la falta de riesgo y esfuerzo. A su paso por el teatro (Equus, How to succeed) le sigue The woman in black, la tercera adaptación literaria de hoy. Un carillón disonante, paisajes fantasmagóricos, primeros planos de muñecas y no hace falta que llegue el susto: yo ya estoy cagado de miedo. Trailers como este me recuerdan a la japonesa The Ring… no se me ocurre halago mayor.

¡Saludos!

29 de agosto de 2011

"La boda de mi mejor amiga": chick flicks don't have to suck!


A Annie (Kristen Wiig) le hace mucha ilusión que Lillian (Maya Rudolph) se case y le haya pedido ayuda para organizar la boda. Pero mientras a su amiga de la infancia las cosas parecen irle sobre ruedas, la vida de Annie es un desastre: no levanta cabeza desde que su negocio de repostería se fue al traste y su vida amorosa se resume a dejarse echar polvos por un tío con fobia al compromiso. Decidida a que los preparativos de la boda salgan perfectos, entrará en escena Helen (Rose Byrne), una amiga pija de Lillian dispuesta a todo con tal de ser el centro de atención. 

Emociones a flor de piel, reencuentros, dudas existenciales, conflictos, alcohol, celos, amistad, amor, desamor... Las bodas y la parafernalia que las rodea son el caldo de cultivo ideal tanto para drama como para comedia. Hace un par de años nos encasquetaron un bodriete al servicio de Patrick Dempsey llamado La boda de mi novia, título absurdo (Made of Honor, en el original) que buscaba aprovecharse del eterno tirón de la película de Julia Roberts. Supongo que, con una idea similar en mente, Bridesmaids nos llega "traducida" como La boda demi mejor amiga. Sin embargo, una gran diferencia respecto a la tontería del Dr Macizo es que a esta comedia le sobran méritos para triunfar por sí misma. 


Annie es inteligente, impulsiva, divertida, honesta y penosa a la par que adorable. Mete la pata, se disculpa y la vuelve a pifiar, sin que eso haga de ella alguien detestable; al contrario, resulta una personaje complejo y bien construido por quien nos preocupamos genuinamente. Solo por ella uno vería con gusto las dos horas que dura la película. Por ella y por Megan (Melissa McCarthy), la cuñada de Lillian, una tía directa y sin complejos, eje de gags absurdo-físico-escatológicos desternillantes que la han hecho merecedora del sobrenombre de "la Galifianakis femenina". Como añadidos, Rose Byrne encarna a la villana de la función y Chris O'Dowd al improbable galán del nuevo milenio (en ese sentido estamos ante una película poco empalagosa, no sufráis). Para completar al sexteto protagonista tenemos a Becca y Rita. La primera es una prima recién casada de Lillian, enamorada de su marido y emocionada ante la perspectiva del matrimonio. De la segunda, bueno, digamos que un marido al que aborrece y dos hijos adolescentes le dan un punto de vista algo diferente... Ellas dos pierden fuelle a medida que avanza el metraje para cedérselo a la trama principal (Annie, Lillian, Helen) y al huracán Megan, una robaescenas de lujo.


Lamentablemente, La boda de mi mejor amiga tiene poco gancho comercial a este lado del charco. Hay que estar muy metido en la comedia americana actual para sentirse atraído por el elenco de actrices (Maya Rudolph es la cara más reconocible por anteriores productos del sello Apatow), o tener interés por los coqueteos con el cine de una cantera eminentemente televisiva. Además, la etiqueta "solo para mujeres" que equívocamente rezuman las promos no hace sino ahuyentar al público potencial de la película que, espero, sea salvada por las buenas críticas que ya ha recibido y el boca a boca de fuentes 100% fiables... como "The Strike Blog". Ahora mismo, para echaros una buena sesión de risas con la mejor comedia podéis elegir entre ésta y Linterna Verde. Yo de vosotros no me lo pensaba.

¡Saludos!

PD: antes de que alguien se decida en serio a tirarme piedras, aclaro que la coletilla del título está sacada de una de las slogans promocionales de la película (que yo esté de acuerdo o no es otra historia XD).

26 de agosto de 2011

"Super 8", regreso al pasado

Casualmente atisbas dos nombres en un poster: Steven Spielberg y J.J. Abrams. Uno de los directores que contribuyó decisivamente a cambiar la concepción del cine colaborando con el hombre que ha hecho lo propio con las series de televisión es un punto de partida prometedor. E investigas. Descubres que juntos han creado Super 8, una película que, según ellos mismos afirman, pretende rescatar el espíritu de las cintas de aventuras de los 80, evocando ya desde el título un sentimiento de nostalgia por aquella época. El diseño del poster, ilustrado a mano, también es toda una declaración de intenciones pues tras él está Drew Struzan, responsable de imágenes tan icónicas como las de Indiana Jones, Star Wars, Blade Runner, Regreso al Futuro, Los Goonies, E.T y un largo etcétera. El envoltorio está trabajado, es evidente, ¿pero qué hay de la película? 

En ella se nos cuenta cómo un grupo de amigos está rodando un corto sobre zombies para participar en un festival de cine. Al conseguir que Alice, la chica guapa de la clase, decida ayudarles e interpretar un papel, ya pueden filmar las secuencias que faltan. Esa misma noche se escapan para rodar y son testigos inesperados de un terrible accidente que nunca deberían haber presenciado... ¡Y hasta aquí puedo contar! Los chicos, novatos o poco conocidos, desprenden química y sus interacciones son muy divertidas (Cary, el muchacho de la ortodoncia, es la repera). Se nota que Spielberg y Abrams se identifican con las vivencias de estos chavales y, probablemente, hayan colado más de un dato autobiográfico. Alice, interpretada por Elle Fanning quien sí tiene un currículo dilatado pese a su edad, da muestras de que podemos estar ante una futura estrella; las figuras adultas, con Kyle Chandler como nombre destacado, cumplen con sus respectivos cometidos. Finalmente, la historia está contada con una buena dosis de oficio y, sobre todo, con cariño y simpatía.


Pese a las alabanzas, estamos ante una película imperfecta a la que se le pueden achacar algunos elementos: falta de originalidad (esto es tan discutible en cualquier contexto...), personajes estereotipados (ese padre rudo que en el fondo es todo amor ―realmente parece un reflejo del Coach Taylor, je―), tópicos situacionales (drama familiar, huidas y reencuentros), elementos cogidos con pinzas (el accidente, el modus operandi militar, la cinta del Dr Woodward, los cubos, la guarida, los abducidos) y... es cierto. Todo está ahí y a los puntillosos les dolerá. Yo suelo contarme entre los que le buscan los tres pies al gato y enumero las mil incoherencias de una película, aunque ésta pertenezca al género fantástico. Sin embargo, creo que Super 8 supera con nota el reto que se había autoimpuesto de recuperar una forma de hacer cine y de contar una historia de crecimiento, de superación de miedos mucho más aterradores que cualquier monstruo creado digitalmente.

Precisamente ahí estén, tal vez, los enemigos más serios de Super 8: no sentir nostalgia por lo que nos quieren contar o no tener catorce años para ponerse en la piel de estos niños y ver la vida como ellos lo hacen. Son obstáculos subjetivos, sorteables, pero a más de uno le echarán de la película, lo cual sería una lástima porque Super 8 es una gozada de principio a fin.


Otras consideraciones:
* La secuencia final es perfecta, emotiva y bellísima.
* Los títulos de crédito son imprescindibles, carta de amor al medio y cachondo broche de oro para una gran experiencia cinematográfica.
* Abrams me gusta más en cine que en televisión. En dos horas sus historias se benefician de una concreción que ya hubiéramos querido algunos para Lost (lo siento, se ha ganado una colleja perpetua :p).

¡Saludos!

22 de agosto de 2011

¿Leggings? No, mallas.

Repesco la actividad bloguera con una cuádruple reseña superheroica: X-Men: Primera Generación, Linterna Verde, El Increíble Hulk y Capitan América, el Primer Vengador.


El director Matthew Vaughn acertó de pleno al elegir a James McAvoy y Michael Fassbender para encarnar a unos jóvenes Charles Xavier y Erik Lensherr en X-Men: Primera Generación, el relanzamiento de los mutantes. Con el talento de ambos actores al frente del proyecto, un guión decente y su buen hacer tras la cámara (probado en Layer Cake, Stardust y Kick-Ass), la diversión estaba garantizada. El arranque de la cinta confirma la expectativa gracias a una presentación de personajes excelente: Charles, joven, con pelo y a dos patas, sorprende por su frescura; Erik, víctima de experimentos nazis convertida en cazador, acepta la ayuda de su futuro antagonista y se adueña de cada secuencia en la que aparece digo esto teniendo en cuenta que McAvoy lo clava, conque imaginad. El reclutamiento de los mutantes también es ejemplar (mención especial para la escena en el local de striptease y un divertido cameo), tanto que podríamos pasar horas admirando la camaradería entre Charles y Erik pero, por desgracia, todos sabemos que en estas películas llega un momento en el que los mutantes deben darse de hostias. 

Kevin Bacon cumple como Sebastian Shaw, líder de un grupo de villanos de irregular carisma (Emma Frost, Azazel y el actor español al que entrevistan en todas las revistas nacionales como si su personaje fuese relevante) que buscará ampliar sus efectivos explotando las contradicciones de los alumnos fieles a la causa de Charles Xavier (Mística, Bestia, Angel Salvadore, Banshee, Caos y Darwin). Los enfrentamientos entre adultos tienen miga porque se basan en lo personal e interesa ver cuándo Erik dará el paso definitivo hacia el lado oscuro pese a los esfuerzos de Charles por impedirlo. Los jóvenes, salvo Mística y Bestia, están poco desarrollados y se nota que están ahí para cubrir el cupo y reforzar la idea de supergrupo conflictivo, el germen de la futura escisión entre mutantes. Aunque ellos no están a la altura de los protagonistas, cada uno tiene un pequeño momento de gloria que contentará a los aficionados. 

Siempre es divertido ver cómo las películas basadas en comics se las apañan para distanciarse de la fuente a la par que la homenajean. En el caso de adaptaciones de superhéroes, los uniformes son una de las causas de discusión más frecuente: ¿cuero negro o lycra amarilla? Aquí salen airosos al enfundar al grupo en una especie de mono de aviación amarillo y negro la mar de digno, respetando los colores que dieron fama a los mutantes en sus inicios. Donde la lían es en soluciones visuales como la caracterización de Bestia, propia de un bicho peludo de Barrio Sésamo, o en colar el traje de Magneto sin razón alguna, con casco tintado de rojo y todo, inconsistente con la contención y sobriedad del vestuario de Erik Lensherr. Personalmente, me sorprende cómo conviven un estilismo y ambientación que recrean con mimo los años 60 con recursos algo horteras como los ya citados. También es curioso que el guión juegue con las tres entregas previas de X-Men al guiño y la referencialidad (Azazel y Rondador, Mística y Xavier), pero en otras cosas se cargue la hipotética continuidad (Bestia, la edad de algunos personajes) sin que haya un criterio aparente para ello, evitando así ser catalogada como secuela, precuela o reboot. Lo importante es que, pese a la obvia relación entre sagas, X-Men: Primera Generación es una película colmada de aciertos que puede disfrutarse como una unidad independiente; tras X-Men 3, tirando a floja, esto ha supuesto el resurgir inesperado de los mutantes y, esperemos, el nacimiento de una interesante franquicia.


Con la distinguida excepción del Señor de la Noche, la oferta de tipos en mallas ofrecida por DC Comics nunca me ha atraído. Sin embargo, como en DC se han decidido a imitar el éxito de Marvel adaptando las historias de sus personajes a la gran pantalla y es más fácil ver una peli que leer veinte comic-books, decidí dar una oportunidad a su primera apuesta seria de la nueva hornada: Linterna Verde. Me enfrenté a la historia en estado totalmente virgen, pues poco sabía a parte de que un anillo otorga poderes a un tipo normal y corriente... y poco más hay, la verdad.

Ryan Reynolds da vida a Hal Jordan, el primer humano a quien se concede el honor de formar parte del cuerpo de Linternas Verdes, un ejército de miles de miembros que mantiene la paz en el universo gracias al poder de unos anillos que canalizan la fuerza de voluntad, que está representada por el verde, color de sus trajes energéticos, del anillo y el botijo de poder que lo alimenta, de sus ataques especiales, de su planeta y de demasiadas cosas. ¡Sale verde por todas partes! Lo bueno es que los guionistas se toman este detalle con cierto cachondeo y hacen chistes a costa de ello en un par de ocasiones. "Siempre había soñado con ser un policía interestelar... verde" afirma Hal en uno de sus recurrentes momentos chistosos. Hay cosas que quedan estupendas en comic pero de pena en pantalla, algo que los responsables de arte de esta película probablemente han olvidado; entre eso y que los FX cantan bastante, el aspecto visual de la cinta es infantil (en el mal sentido) y un poco de vergüenza ajena. 

El carácter ligero y follarín de Hal, que recuerda al Tony Stark de Robert Downey Jr (aunque a años luz de este), ha disgustado a los fans del personaje. Aquí se le describe como un tipo esencialmente irresponsable con una facilidad asombrosa para huir en cuanto se le aprietan las tuercas: sin lazos, sin complicaciones. Su familia sale dos minutos al principio como gente por la que en el fondo se preocupa (un sobrinito adorable) para luego olvidarse totalmente de ellos; la churri florero de turno (Blake Lively, pobre) intenta echarle un cable hurgando en sus traumas infantiles y Hal sale por piernas; los Linternas le dan un poder que él rechaza de plano en cuanto las cosas se complican un poco... Según he leído, Hal Jordan es un hombre profundo y reflexivo, alejado de este patrón de "superhéroe por accidente", así que entiendo la frustración de sus seguidores. También sale un tipo (Peter Sarsgaard) que inspira más lástima que otra cosa tan pronto analizas su situación (despreciado por su padre, ignorado por la chica que por supuesto está coladita por Hal), pero en su lugar simplifican los hechos y le convierten en un villano de tres al cuarto. Y hablando de Roma, sale Mark Strong, un líder Linterna Verde especializado en discursos moralistas inspiradores... ¡pero es Mark Strong! Y aquí no acaba la cosa: tiene la piel rojo demonio, está interesado en controlar el poder del anillo amarillo (verde es a voluntad como amarillo es a miedo) y, tío, ¡se llama “Sinestro"! Lo dicho, que con tanto dato alarmante cuesta pensar en otra cosa. 

Cuando acabé de verla me pareció potable para pasar el rato. Sin embargo, a medida que pienso en ella me parece cada vez peor. Como no he leído el comic (y a juzgar por el enfado de los fans) quiero pensar que sencillamente es una adaptación terrible, lo peor que ha dirigido el hasta ahora siempre solvente Martin Campbell.


A vueltas con el verde, ¿quién querría ver una película sobre un monstruo verde que sufre hipertrofia, retraso mental y que básicamente se dedica a destrozar cosas? Lo habéis adivinado: nadie. Edward Norton es un tío listo y lo sabe, así que la mayor preocupación de su Bruce Banner es que Hulk aparezca lo menos posible en pantalla y el interés de los espectadores se centre en las circunstancias y problemas que rodean al científico.

Como si la versión duermepiedras de Ang Lee jamás hubiera existido (ojalá fuera así), Louis Leterrier rueda con buen pulso una historia de huída, de búsqueda de una cura que acabe para siempre con la bestia que Bruce Banner lleva en su interior. Como la película no es novedad, no me extenderé en comentarla. Yo la vi con afán completista para encajar todas las piezas de la futura The Avengers (me falta Thor), sabiendo que la opinión crítica se dividió y que Edward Norton discutió con Warner Bros y no retomará el personaje (en su lugar estará Mark Ruffalo). Esto y el director elegido me hicieron pensar en su momento que la película sería totalmente palomitera, un batiburrillo de acción sin sentido. Sin que la cosa sea un tratado filosófico (no nos pasemos), el enfoque que le dan me parece adecuado teniendo en cuenta lo difícil que es el personaje. El villano se perfila poco a poco desde la primera secuencia, beneficiándose de que Tim Roth nos regale otro de sus papeles desquiciadillos y en general todo está en su sitio. Ahora tengo curiosidad por saber qué fue lo que despertó la ira de Edward Norton, a quien si duda echaré de menos en The Avengers. 


Rubio, alto, ojos azules, cachas, guapo, absurda y ofensivamente patriótico, como no podía ser de otra forma viniendo del emblema humano de los Estados Unidos de América, el puto mejor país del mundo. Me moría de ganas por ver cómo Hollywood intentaba colar a nivel internacional a semejante sujeto, un tío capaz de hacerse un traje con los colores de su bandera y lucirlo con orgullo. Si el concepto de Linterna Verde es difícil, el del Capitán América es directamente ridículo. Para mi sorpresa, lo pasé en grande con Capitán América, el Primer Vengador, una película sustentada en tres pilares: aventura clásica, sentido del humor y sana autocrítica. 

El muchacho que describo arriba no se parece en nada a Steve Rogers, un chico enclenque cuyo único deseo es defender a los más débiles. Solo hay un pequeño problema: él es el más débil. Una pésima condición física le ha impedido alistarse para ir al frente en cuatro ocasiones, pero él sigue intentándolo, jugándose con ello el ir a la cárcel por mentir acerca de su identidad. Su tesón hará que un alma caritativa (e influyente) se apiade de él y le conceda una oportunidad. Durante veinte minutos que pasan en un suspiro el bueno de Steve logra caernos en gracia et… voilà! Se ha obrado el milagro: a partir de este punto, consiguen que el Steve debilucho pero todo corazón siga latiendo bajo las capas de músculo del Capitán América, consiguiendo que nos sigamos empalizando con él cuando deba enfrentarse a la adversidad.

La película no se complica la existencia y juega sus bazas yendo de frente aunque evitando salpicarse con matices indeseados: el rival a batir rezuma tanta maldad como Steve pureza. Cráneo Rojo ha salido de las filas de Hitler, cierto, pero representa un peligro mucho mayor que el dictador. De este modo, las banderas dejan paso a la clásica lucha entre el bien y el mal, confrontación que tarda en llegar algo más de lo previsto porque… No quiero arruinar a nadie el visionado de la película, así que tan solo diré que la forma elegida por los guionistas para insertar el elemento patriótico es inesperada, divertida en ejecución y en explicación del origen del traje y, al menos en mi opinión, inteligente en tanto que suaviza el aspecto más antipático del personaje. Chris Evans ofrece una interpretación convincente como Capitán y está rodeado por un elenco de sólidos secundarios que ensalza el conjunto: Hayley Atwell, una bella muy bestia; Tomy Lee Jones haciendo de Tomy Lee Jones (otra vez); un acertadísimo Dominic Cooper como Howard Stark; Stanley Tucci, Toby Jones y, por supuesto, un Hugo Weaving inmenso e imponente como Cráneo Rojo que casi da más miedo con cara que sin ella. El desarrollo de la trama es suave, elegante y avanza con paso firme cubriendo todos los ángulos. La acción está rodada sin artificios (al fin y al cabo, el Capitán “solo” es un humano potenciado) y trabaja para la historia. En conclusión, Capitán América es una película redonda y bien acabada que entretendrá incluso a los escépticos como yo. Y como sé que no todos están de acuerdo con esta opinión, ¡venga, a rajar en los comentarios! 

¡Saludos! 

PD: qué mal le sienta el verano a este blog…

26 de julio de 2011

Libros: "Contra el viento del norte" / "Cada siete olas"

por Cosette 

“Escribir es como besar, pero sin labios. Escribir es besar con la mente”.

Empecé a leer Contra el viento del norte por pura casualidad: estaba/estoy enfrascada en A Dance with Dragons y, al notar que me estaba saturando (suele costarme mucho “entrar” en los libros de G.R.R. Martin), decidí tomarme un par de días de descanso y probar algo totalmente diferente. Y he aquí cómo topé con Contra el viento del norte y su secuela, Cada siete olas, ambas del escritor austríaco Daniel Glattauer.

Seguramente muchos de vosotros (si no todos) tenéis contacto con personas a través de internet. Y probablemente de algunas de estas personas no conozcáis ni su nombre auténtico, ni su edad, ni su aspecto físico… Son todas ellas relaciones basadas en la virtualidad y en el vínculo creado a través del teclado y la pantalla de ordenador, relaciones en las que podemos reinventarnos y, literalmente, reescribirnos, mostrar la parte de nosotros que más nos plazca y ocultar todo lo demás. Pero ¿qué pasa cuando una de esas personas semi-anónimas se convierte en algo más que un correo o un mensaje en un foro? ¿Cuando una relación virtual llega a ser más intensa y tangible que cualquier relación de nuestra “vida real”? 

Contra el viento del norte indaga en esas cuestiones bajo el formato epistolar de la era cibernética, el intercambio de e-mails. Leo Leike, psicólogo del lenguaje, recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi Rothner, una “felizmente casada” (en palabras de la propia Emmi) diseñadora de páginas web. Como es educado, Leo le contesta. Y como él le atrae, ella le escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en que la pura formalidad entre dos desconocidos va dando paso a una camaradería repleta de humor, ingenio y curiosidad por el otro. Pero la cosa no queda ahí: a medida que se van intercambiando mails la confianza y la dependencia entre Leo y Emmi irá en aumento, así como también el afecto que sienten el uno por el otro y el miedo a enamorarse, a verse en persona, a decepcionarse. 

     Al día siguiente 
     Asunto: Primera respuesta
     Querido Leo:
     ¿Sabes qué es lo que realmente detesto de ti? Tus expresiones referentes a mi marido. «Pese a la dicha del amor conyugal con Bernhard»: ¿a qué viene esachorrada? «Dicha del amor conyugal» suena —deliberadamente— a «cumplimiento de los deberes conyugales de cohabitación matrimonial». O: «Práctica periódica de relaciones sexuales, aprobada por un empleado del registro civil, con el correspondiente intercambio de fluidos corporales». Te burlas de mi matrimonio, querido Leo. Y soy muy susceptible al respecto. ¡Déjalo ya!
  
     45 minutos después
     Fw:
     Emmi:
     Hablas de sexo continuamente. Ya es patológico.
  
     Una hora después
     Re:
   Aún no he empezado a hablar de sexo, amigo mío. Ayer hiciste algunas importantes jugadas al respecto. Por ejemplo, lo de las «fantasías eróticas». Necesitaste dos negaciones para decirme que no es que no las hayas tenido nunca al pensar en mí. ¡Ése es el estilo de Leo! Otro habría dicho: «A veces pienso en ti de unmodo erótico, Emmi». Leo Leike dice: «No es que nunca piense en ti de un modo erótico, Emmi». ¿Y después te sorprendes de que yo no deje el tema? No es que lo mío sea patológico, es que tu conducta erótica verbal es muy peculiar, querido Leo. Resumiendo, no me creo tus elevadas reflexiones pastorales sobre el sexo. Pues ¿qué hace el bueno de Leo con sus fantasías eróticas doblemente negadas? Cita: «Procuro mantenerte al margen de ellas, no tengo derecho a exigirte tanto»... ¿Que no quieres exigirme tanto? Me pregunto qué clase de fantasías serán esas que tanta exigencia implican. Dímelo con confianza. 

Daniel Glattauer
Muchos calificarían este libro como una historia de amor y, en muchos aspectos, así es. Sin embargo, creo que el mayor logro de la novela estriba en la habilidad de Glattauer para construir a dos personajes de los que apenas sabemos nada y transmitir a través de sus mensajes de correo electrónico la complejidad de sus vidas y sentimientos, sus inseguridades, ilusiones y miedos. El libro, con un dinamismo que raya el frenesí, engancha desde la primera página; la propia curiosidad del lector por saber qué consecuencias tendrá la relación, la sencillez del lenguaje y la inalterable estructura epistolar (sin narrador ni descripciones) hacen que Contra el viento del norte sea una lectura ágil, fresca y muy ligera (que no carente de profundidad). Las charlas virtuales entre Leo y Emmi están realmente logradas, en gran parte por las particularidades del carácter de los dos protagonistas: la mordacidad e ironía de Emmi es el contrapunto perfecto para el talante más tranquilo y romántico de Leo, solo capaz de desinhibirse y soltar la lengua en estado de embriaguez.

“Eres muy severa, Emmi. No seas tan severa. No quiero café. Quiero a Emmi. Ven a casa. Bebamos otra copita de vino. Podemos tener los ojos vendados, como en la película. No recuerdo cómo se llamaba la película, tendría que pensar. Me encantaría besarte. Me da igual qué aspecto tengas. Me he enamorado de tus palabras. Puedes escribir lo que te apetezca. Puedes ser severa si quieres. Me gusta todo. Es que tú no eres nada severa. Te obligas a serlo, sólo quieres parecer más fuerte de lo que eres.” 

Es cierto que la novela no es una obra maestra de la literatura y que, en algunos momentos (los menos, eso sí), resulta un tanto ñoña y facilona. Pero no por eso deja de ser un libro interesante y original con una historia de amor cibernética de lo más amena (y probablemente más común en la vida real de lo que creemos). Además, otro de sus grandes aciertos (y aquí supongo que disentiré de la opinión de muchos lectores) es su final: honesto, realista y perfecto. 

Desgraciadamente (o no), el éxito de crítica y público llevó a Glattauer a escribir una segunda parte, Cada siete olas. En mi opinión, esta secuela no deja de ser una predecible (y prescindible) continuación destinada a satisfacer a aquellos lectores frustrados con el final de Contra el viento del norte (el autor incluso ha afirmado que nunca llegó a plantearse una segunda parte, no hasta que Contra el viento del norte se convirtió en una de las revelaciones literarias del pasado verano). No os equivoquéis, no considero que Cada siete olas sea un mal libro: Emmi continúa igual de neurótica, irónica e insufrible, Leo sigue poniéndose tierno cuando bebe más de la cuenta y el particular tira y afloja entre ambos sigue teniendo chispa y gracia, pero sí es cierto que en algunos momentos la fórmula acaba resultando algo cansina. ¿Y qué decir del final? A mí particularmente no me ha gustado demasiado, por excesivamente empalagoso, pero supongo que habrá hecho las delicias de aquellos que ansiaban una resolución más convencional para Leo y Emmi. 

A pesar de sus defectos, creo que ambas lecturas (y muy especialmente Contra el viento del norte) son de lo más recomendables para pasar un par de tardes veraniegas realmente entretenidas, con una sonrisa en los labios (y alguna carcajada de tanto en tanto). Escribir una novela epistolar a base de e-mails es todo un reto, pero Glattauer cumple su cometido y nos regala una adictiva historia de amor contemporánea en la que más de uno podrá verse reflejado. Así que ya sabéis, si queréis saber qué es el viento del norte y cómo se lucha contra él, o qué es lo que pasa tras la séptima ola, solo tenéis que dejaros seducir por las palabras de esta peculiar pareja de enamorados virtuales. Es una tarea fácil, os lo garantizo.