18 de mayo de 2017

Alien: Covenant


Las películas de Alien se enmarcan tan bien dentro del subgénero "películas de Alien" que dejan poco margen de maniobra. Sinopsis estándar: los tripulantes de la Loremipsum acaban por accidente en el planeta Dolorsit Amet 9, donde demuestran un cociente intelectual inferior al requerido por el cargo que ostentan y mueren víctima de la amenaza xenomorfa uno a uno. Alien - Covenant sigue al pie de la letra esta premisa con cero sorpresas... lo cual la convierte, bajo sus propios parámetros, en una película de Alien cojonuda. El problema es que todo esto ya lo hemos visto antes.

Ridley Scott es, probablemente, uno de los mejores directores que existen. Competente, ambicioso, versátil y con un ego incontenible, al hombre no le falta de nada. Pero en Covenant he echado de menos el riesgo que le define en otros proyectos (para bien y para mal). Esta vez ha ido sobre seguro y ha rodado imágenes de belleza plástica incuestionable al servicio de una historia plana e, insisto, calcada a otras iteraciones. El único giro de la trama, por llamarlo de algún modo, dejará frío a los seguidores de Star Trek - La nueva generación... si hasta el porqué es exactamente el mismo.

Por otra parte, los personajes están desdibujados. Tengo la impresión de saber más de Jake que de Daniels (ella parece definida por su relación con él), y es imposible acordarse de uno solo de los miembros del equipo —llevar un sombrero de vaquero no te hace especial—. Además, se desperdicia el potencial de conflicto con la fe del capitán, un Billy Crudup al que su papel se le queda pequeño. A diferencia de ésta, en Prometheus se hacía un esfuerzo por expandir la mitología y crearse un universo propio, Noomi Rapace lo daba todo, y Charlize Theron e Idris Elba tenían donde agarrarse. El nexo entre ambas historias es la grandeza de Michael Fassbender, a quien Alien: Covenant está dedicada. Otra vez.



El androide más cabrón de la galaxia se ha erigido en el alma de la franquicia. En mi opinión, no podían haber elegido con más tino pero, por desgracia para la resurrección de la saga, me interesa más la historia de subversión de la IA que cualquiera de las apariciones del xenomorfo. No es por el tema en sí, sino por el buen hacer y la intensidad que Fassbender inyecta a todo lo que hace (¿Quién hubiese dicho que el terror sucumbiría al carisma?). La materia prima goza de una imaginería potente, pero creo que el uso de piloto automático tiene un límite. ¡Hablamos de Sir Ridley Scott, nada menos! Cuando veo al director, la gente implicada y los medios disponibles, pienso en la película que Covenant podría ser y —lejos, muy muy muy lejos de despreciar su calidad— no es.

¡Saludos!