Kowalski (George Clooney) es un experto astronauta a punto de retirarse. Stone (Sandra Bullock) es una ingeniera con la formación básica para sobrevivir en el espacio. Ambos se encuentran en misión reparando los paneles de comunicación de un satélite cuando un grave accidente los deja a la deriva, con lo puesto e incomunicados. Su objetivo: regresar vivos a la Tierra sin ayuda externa.
"Menos
es más". Eso debió de pensar Alfonso Cuarón a la hora de embarcarse en Gravity.
Armado con solo dos personajes y el espacio exterior, el director mejicano se
las ingenia para crear tensión durante hora y media sin abusar de melodrama ni
efectismos. El concepto me recuerda a Enterrado (en la que un
hombre pasaba todo el metraje encerrado en un ataúd), pero sin alcanzar lo
extremo de aquella propuesta... en el buen sentido. Incluso la banda sonora, de
tinte épico a la par que intimista, solo asoma para acompañar contadas escenas.
Gravity supone un logro técnico fruto de cinco años de trabajo; tales eran los requerimientos para alcanzar la cota de perfección visual deseada por el director. Todo lo que vemos en pantalla a excepción de los actores y algunos interiores ha sido creado íntegramente de forma digital. Destaca también la voluntad por recrear de forma plausible la vida en el espacio (plausibe no significa 100% realista, y probarlo parece el nuevo y obsesivo trending topic en la red). Además, el 3D da control sobre la profundidad de campo y potencia la sensación de flotación e inseguridad mediante mareantes planos en primera persona. En ese sentido nos encontramos ante un nuevo Avatar donde la tecnología tridimensional se aplica como es debido y no como el parche de última hora que tan mala prensa le ha dado.
En
cuanto al aspecto humano, Clooney tira de carisma (Kowalski parece una
proyección de su persona pública) y nunca entenderé el odio que suscita Sandra
Bullock. En este caso desarrolla su complicado papel mostrando contención; de
haber algo cuestionable es atribuible al guión y no a la interpretación de la
actriz (según Hollywood, para que una mujer sea más mujer tiene que ser esposa o
madre... en fin).
Gravity
es una película sensorial, para experimentar en la sala de cine: su hora y
media se disfruta tanto como se sufre. La tensión puede acabar con tus uñas o
con tus nervios, en función de cómo te la tomes. Siendo puntilloso, hubiera
preferido que empujaran las fronteras de lo narrativo tan allá como las de lo
técnico y nos regalasen una incontestable joya del género.
¡Saludos!
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