Hypatia de Alejandría está tremenda (¡Rachel Weisz!) y se cuelga de ella hasta el apuntador, lo cual es un problemón porque a la chica solo le interesan las estrellas y los asuntos del folleteo le dan más quebraderos de cabeza de los que ya de por sí le da el hecho de ser una mujer inteligente en el siglo IV... más o menos de esto va “Ágora”, la última de Alejandro Amenábar. Ei, y si en serio no sabéis de qué va es por qué no os da la gana, porque más bombo que a esta se lo han dado a pocas. ¿Cuánto hace que proyectan el trailer?
Coñas aparte, la película está bien. Bien sin más. Apropiándome de una de las críticas de Risto Mejide, diré que “es como un vibrador, perfecta en la ejecución, pero fría en el sentimiento”. Y es que, aunque todo luzca estupendo en pantalla, cuesta una barbaridad empatizar con las motivaciones de Hypatia. Es preocupante que no aparte la vista de los cielos cuando a su lado, en tierra, sus congéneres se están matando y la ciudad se está yendo al traste por una pugna entre religiones. El resto de los personajes son muy correctos; destacaría a Orestes (Oscar Isaac), Sinesio (Rupert Evans) y Amonio (Ashraf Barhom). Sin embargo, cuestionaría al alabado esclavo Davo (Max Minghella), cuya inexpresividad me lleva a no comprender a su personaje en ciertas escenas. Amenábar es un buen narrador y las dos horas y veinte que dura se pasan razonablemente bien, aunque el final se me antoje un poquillo abrupto.
Lo mejor de la película es, sin duda, que en ningún momento tenemos la sensación de estar viendo “cine español”… y aquí es precisamente adónde quería llegar ─me daba un poco igual hablar de la película, ¿se ha notado mucho?─. En serio, ¿”Ágora” es cine español? El presupuesto procede esta vez en su totalidad de fondos nacionales, en concreto Telecinco y otras dos productoras, una del propio Amenábar; no así ocurrió en “Los Otros”, una clara coproducción con USA, donde también se habló igualmente de “cine español”. En cambio, todo el casting es extranjero y la película es en habla inglesa… no sé, a mí me da que la intencionalidad de cuajar en el mercado internacional es evidente.
¿Qué significa la etiqueta “cine español”? ¿Que se ha producido aquí? Me parece una incoherencia cacarearse de eso y después rodar en la lengua de Shakespeare. No conozco de nada al director (obviamente), así que todo lo que diga no son más que meras conjeturas basadas en sus declaraciones, pero me da la impresión de que Amenábar solo pretende hacer buen cine, contar buenas historias, pasando de las etiquetas (español, europeo, de autor, americano… qué más da) que cuelgan un puñado de interesados. Involucrarse en la producción no obedece a que sea una obra “más española” sino, como buen artesano, a tener un mayor control sobre el resultado final.