22 de mayo de 2012

El innecesario regreso de James Emanuel Levenstein

Existe un paralelismo entre American Pie: el Reencuentro y Los Vengadores: has de haberte cascado varias películas para saber verle toda la gracia al asunto. También hay una gran diferencia: la de los supertipos en mallas es buena.

Me considero plenamente cualificado para pontificar a mis anchas sobre American Pie porque soy el target exacto de la saga. Misma edad de los protagonistas, quemado de etapas paralelo, similitudes con mi doppelgänger Jim y (oh, sorpresa) un futuro menos brillante del que habían imaginado... 

Gocé de lo lindo con la primera, una película de esas que marca la adolescencia de una generación. Eché unas risas con la segunda y me sonrojé con la tercera que, supuestamente, daba un cierre a las historias de Jim, Stifler y compañía (ignoro la expansión videoclubera, que me salté sin reparos e hice bien, según tengo entendido). En aquella conclusión centrada en la boda de Jim y Michelle parte de los personajes no aparecía (debieron leer el guión antes de firmar); resumiendo muy mucho, la calidad se la dejaron por el camino.

En Reencuentro se retoma la idea de clausura. De hecho, a ratos da la impresión de que la tercera nunca existió salvo por detalles nimios de continuidad. La excusa para arrancar esta vez es una reunión de antiguos alumnos de la promoción del 99: han vuelto los desaparecidos y se han preocupado de que cada secundario tenga su momento de gloria. Sobre el papel funciona; a la práctica es endeble como un castillo de naipes. ¿Qué falla? Creo que la película sufre de un exceso de caca-culo-pedo-pis, síndrome aquí también conocido como "mal de Steve Stifler".

Stifler, lo de "cagarse en ellos" era una metáfora...
Lo que cuela con 18 años no lo hace a los 30. O igual los guionistas han pensado que sí, porque el grupo de amigos tendrá trabajo, mujer e hijos, pero ven un poco de carne y se alteran como adolescentes. Eructos, cuescos y mierda tampoco faltan. Si Stifler no estuviera no sería 100% American Pie (hay que tenerlo en cuenta), pero las supuestas gracias del muchacho y su entorno saturan. ¿Quién ha escrito las escenas con su jefe? Decir que son lo peor es quedarse muy corto. Extrañamente, en el guión hay plena consciencia de lo cargante y pasado de vueltas que resulta Stifler, con referencias constantes a ello por parte de los demás protagonistas (por ejemplo, su reacción tras el robo de las lanchas o el intento sistemático de dejar atrás al pesado de su amigo). No sé qué pensar... ¿es un intento fallido de oda a la maduración?

No nos engañemos: los auténticos protagonistas son ellos ;)
Otro factor chocante es la valoración de la crítica. Con tres estrellas o tres y media sobre cinco uno se espera otra cosa. La nostalgia que tanto evocan anima a llenar líneas como las que nos ocupan, pero hay que saber dejarla a un lado y filtrar. Aunque bien pasada la mitad de la película esta remonta (sin alardes), ya es demasiado tarde: el arranque es tan malo que noquea sin remedio (esta entrada está siendo dolorosa para mí... necesito decir algo bueno o me va a entrar una depresión. ¡Ahí voy!). A PESAR DE TODO, las charlas entre Jim y su padre siguen siendo geniales; Kevin aún es tiernamente lelo e insoportable en sus paranoias con Vicky, igual que Oz y Heather; y Finch... es Finch. Además, se zanja una vieja rencilla con ingenio y se agradece el esfuerzo por haber metido, aunque sea con calzador, a Nadia, Sherminator, la siempre desaprovechada Jessica, el dúo MQMF, los jugadores de lacrosse y (no podía faltar) la desbordante madre de Stifler.

¿No echásteis la foto familiar en falta?
En cierto modo muy desviado y peregrino, la esencia pervive tras 13 años. Los fans de la saga bajaremos la guardia (y el listón) y pelearemos contra nosotros mismos por verle un qué; a los demás no se os ha perdido nada aquí.

¡Saludos! 

PD: ¡Otro paralelismo con Los Vengadores! Hay escena post-créditos pasados un par de minutos, pero aquí gana American Pie por goleada XD

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