Olvidarse de la enrevesada trama de Quantum of Solace no pudo ser un acierto mayor. Poner a Sam Mendes tras la cámara,
tampoco. El director maneja con maestría los puntos fuertes de Bond, un icono
con medio siglo sobre los hombros. También sabe dotar de humor a su
controvertido deje sexista con donaires de híper macho ―que, por cierto, Daniel Craig borda como nadie lo hacía desde Connery―.
Bardem disfruta y nos hace disfrutar con un rubísimo antagonista de altura; Judi Dench se lleva las mejores frases en lo que casi podría calificarse de “buddy movie” y los personajes nuevos aportan sangre fresca: la continuidad está garantizada. Además de tener el título perfecto, Skyfall es, en mi opinión, una de las mejores películas del agente 007.
Todo correcto, sin más. Entretenida. No es lo bastante
ligera para honrar a la novela de Tolkien ni tan épica como para aceptar la
descarada unión espiritual que Peter Jackson fuerza con El Señor de los Anillos.
¿Qué costaba dedicar tres horas a una película entrañable, sin mayor pretensión
que el deseo de aventuras? ¡Y qué decir sobre que al final esta sea la primera
de tres partes! ¡Tres! Polémicas al margen, aunque siempre sea un placer
transportarse a la Tierra Media guiados por el mago Gandalf, me ha faltado algo
(que no es metraje). Ahora, lo de siempre, a esperar.
Bradley Cooper y Jennifer Lawrence están magníficos
pero, lo siento, no pegan ni con cola ―aunque él se conserve en formol, ella
sigue pareciendo una cría a su lado―. De Niro está pasadísimo, como viene
siendo habitual desde que ni él mismo se toma en serio, y Jacki Weaver dota al
filme de alma. De ella depende que esta familia disfuncional no se desintegre
día sí y día también, ¡pobre mujer! Lo mejor, para mí, son los brotes de ansiedad
del amigo de Pat cuando le da por desfogarse sobre su vida y su matrimonio (ese
retrato en la sala de estar a lo American Pie… genial).
Silver Linings es tan bipolar como sus protagonistas: lo que comienza como un estudio de los lazos afectivos en el seno de una familia golpeada por la enfermedad mental se convierte de forma gradual en una comedia romántica al uso, con baile y todo. ¿Conclusión? No sé por dónde cogerla.
Silver Linings es tan bipolar como sus protagonistas: lo que comienza como un estudio de los lazos afectivos en el seno de una familia golpeada por la enfermedad mental se convierte de forma gradual en una comedia romántica al uso, con baile y todo. ¿Conclusión? No sé por dónde cogerla.
Debo de estar hecho de pasta de boniato porque el
drama lacrimógeno de las navidades me dejó frío, frío, frío... El arranque con
los esclavos cantando “Look down” mientras el amenazador Javert (Russell Crowe) controla desde
la muralla, cual ave de presa, es tan contundente a nivel escenográfico y
musical que casi todo lo que le sucede va cuesta abajo. Por otra parte, Hugh Jackman es un Jean Valjean de primera y hay buenos momentos, por supuesto, como el
ya mítico “I dreamed a dream” ―señores académicos, dénle ya el Oscar a Anne Hathaway y no se hagan
de rogar, por favor―, “Master of the house” (los Thenardier son tronchantes) o
"The confrontation", el duelo/dueto entre Valjean y Javert en el lecho de muerte de Fantine. Regresando
a lo negativo, el romance entre Cosette y Marius es soso a más no poder (como
ellos), algunos secundarios como Éponine y Enjolras están desaprovechados, a
ratos se me hizo aburrida y no comparto la insistencia en esos primerísimos
planos tan de ópera televisiva. Una vez vista, me doy cuenta de que me bastaba
con el tráiler.
Stephen Chbosky debuta en la dirección adaptando su
propia novela, The perks of being a wallflower, y sale más que airoso del
intento. No deja de ser otro acercamiento a lo dura que es la adolescencia en
los institutos americanos, pero el autor construye un grupo de personajes
tridimensionales que no suponen un insulto a la inteligencia del espectador. Además,
ubicar la historia al inicio de los 90 la aleja de la invasión tecnológica
actual y le da una cierta aura de nostalgia, de disfrutar de las pequeñas cosas
―las referencias gafapastosas abundan, of course, que si no estos chicos no
serían lo bastante cool―.
El final tal vez se vaya un poco por las ramas y,
aunque nos ayuda a comprender mejor los episodios psicóticos de Charlie, no
encaja bien con el resto de la historia. No obstante, es algo insignificante en un
trabajo que destaca por el buen trabajo de sus actores (genial Ezra Miller
como Patrick y solvente Emma Watson como Sam) y la visión fresca, nada
moralizante, que Chbosky tiene del proceso interno que va de la adolescencia a
la primera edad adulta. Dadle una oportunidad, no lo lamentareis.
Paul W. S. Anderson ―no le confundáis con Paul Thomas
Anderson― tiene la suerte de estar casado con Milla Jovovich. Ella, por la
misma razón, tiene que protagonizar estas películas si no quiere mal ambiente
en casa a la hora de la cena. Resident Evil: Retribution es el pedazo de mierda
más grande que he visto en una pantalla de cine en lo que va de siglo.
A esta película le veo dos problemas principales. El
primero es que después de ver el tráiler (parcialmente engañoso) queda poco
espacio para la sorpresa visual, uno de sus mayores atractivos. El segundo es
que pone altísimo el listón de la expectativa al afirmar, de buen comienzo,
que creeremos en dios después de conocer la historia de Pi... Por un momento
creí estar viendo una película de Shyamalan (a día de hoy, algo muy malo). Si
le perdonamos este farol, sorprende ver cómo se las ingenian para entretenernos
con una barca perdida en alta mar ocupada por un muchacho... y un tigre. Con
todo, hubiera preferido saber menos de esta odisea marina y más de la infancia
de Pi, ese muchacho curioso e inteligente cuyas vivencias se nos muestran como
un homenaje a la tradición oral india, tan próxima al realismo mágico. Sin
pensar que sea mala, no se la recomendaría a nadie que aprecie.
Por cierto, sigo sin creer en dios :p
¡Y con la tercera hizo la carambola! Ben Affleck es
un maestro. Me tragaría con gusto una película sobre la migración del calamar
californiano si la dirigiese él. Con todo, debo decir que las licencias
dramáticas que se toma esta historia basada en hechos reales son completamente
innecesarias (Tony Méndez separado y prácticamente alcohólico, las
persecuciones, etc.) y dejan un molesto regusto traicionero. En cualquier caso,
es una lacra que palidece a la sombra de la recreación de los años 70 o de la
tensión y crispación conseguida gracias a las interpretaciones de su abundante
plantel actoral. Pese a ser la que menos me gusta de sus tres películas, objetivamente
es un incuestionable ejercicio de buen cine: emocionante, sugestiva y rodada de
forma ejemplar.
Se comenta que Affleck tiene entre manos la adaptación de Apocalipsis (The Stand), la macro novela fantástico-apocalíptica de Stephen King… El que pretenda anticipar los pasos de este hombre lo tiene crudo.
Se comenta que Affleck tiene entre manos la adaptación de Apocalipsis (The Stand), la macro novela fantástico-apocalíptica de Stephen King… El que pretenda anticipar los pasos de este hombre lo tiene crudo.
Y hasta aquí llega el repaso cinéfilo de esta
entrada. En la siguiente, Django Unchained.
Es un placer estar de nuevo con vosotros.
¡Saludos!