
Para esta nueva versión las cosas no han cambiado demasiado. Con un planteamiento honesto y coherente con sus escasas pretensiones, la cosa nos mete rápido en materia: Perseo quiere vengarse de Hades y, para conseguirlo, antes deberá derrotar al temible Kraken (un bichardo mezcla de pulpo y –aquí– Godzilla). De hecho, cuando la película no asume plenamente su condición de entretenimiento palomitero e intenta justificarse es cuando se le ven todas las costuras: Furia de Titanes no es más que un capítulo de Xena con presupuesto.
A nivel técnico, las criaturas están logradas (aunque el mal yuyu de la Medusa original en stop motion es difícil de batir); en cambio, los fondos huelen a píxel y el cartón piedra de algunos escenarios canta un poco, pero no lo bastante como para echarnos de la historia. Quien sí descoloca a ratos es Perseo. Juraría que Sam Worthington estaba más inspirado en Terminator Salvation y Avatar, y la inconsistencia del personaje tampoco ayuda. Da la impresión de que Perseo esté esbozado por dos guionistas que no se ponían de acuerdo: a ratos se comporta como un chulazo de tres al cuarto y dice cosas como "Vamos a matar a esa zorra", que no pegan ni con cola en el contexto de la película (el horrible doblaje monocorde remata la faena, por cierto); el resto del tiempo es un tipo corriente, criado por pescadores, en conflicto con su ascendencia semidivina. Ahí funciona mejor... pero no es tan divertido de ver ^^. Por suerte para el espectador, Perseo se rodea de un grupo de secundarios que salvan la papeleta, alivian tensión mediante diálogos cómicos de guerrilla y en general parecen más a gusto con sus respectivos papeles. Entre ellos están el atrayente robaplanos Mads Mikkelsen o la emergente Gemma Arterton, y los seguidores de Skins se llevarán una doble alegría en forma de familia Stonem.
Volviendo a las similitudes con Xena, Hercules y otros productos televisivos, Furia de Titanes desprende un aire coñón que no sé si es intencionado o no (espero que sí…ñ_ñU). La estética del Olimpo remite al horterismo marca de la casa de Los Caballeros del Zodiaco y el Excalibur de Boorman; los dioses sobreactúan como los súperdivos que son –Liam Nesson defiende como puede a su Zeus, y el Hades voldemortesco perpetrado por Ralph Fiennes da más risa que miedo... ojo, no digo que sea fácil–; la caracterización de algunos personajes, además, hace pensar que estemos en un episodio de Star Trek de los 70.