21 de noviembre de 2008

Teoría de las relaciones interpersonales. ("Crear, ver y leer: en coña pero muy en serio", parte V).


¿En qué se diferencian "The Record of Lodoss War" y "La Canción de Hielo y Fuego"? (hablemos de Parn y Jon, je je). Ambas son obras de fantasía medieval en mayor o menor grado, pero mientras la primera se conforma con acumular tópicos y prototipos, George R.R. Martin nos regala un maravilloso estudio de personajes, sus sentimientos y sus relaciones que, al fin y al cabo, es de lo que trata toda gran obra.


Las relaciones entre hermanos, amigos, rivales (etc) no encierran ninguna dificultad narrativa especial porque tampoco suelen conllevar ninguna trampa narrativa especial. Entendamos que trampa narrativa es una situación en la que es muy fácil meterse de narices pero de la que es complicado salir airoso. Tan solo hay que procurar que la relación avance de forma coherente y no se vuelva a puntos o aspectos ya superados. Por ejemplo, una evolución clásica que siempre funciona es: rivales --> enemigo o dificultad común --> cooperación para superarlo --> superación de los prejuicios respecto al otro --> compañeros/amigos inseparables o incluso pareja.


Las relaciones sentimentales, sin embargo, sí encierran todo tipo de trampas narrativas porque...hablan de AMOR. Oh, sí, AMOR, el gran tema. Ese mal que puede afectar a toda raza viviente (¡incluidos los villanos!;p) y al que tantos autores acuden cuando su obra pide a gritos un cambio de rumbo, una justificación de los motivos de un personaje o simplemente renovar tramas. Pero lo más importante es que al público le encanta (a algunos hombres también ;p).


Este apartado daría para una entrada completa si quisiera desentramar todos los aspectos que definen una relación sentimental. No, no voy a hacer eso; tan solo voy a describir una serie de normas no escritas (pero comúnmente aceptadas) que afectan a las tramas de cualquier obra.


Liar (o no liar) definitivamente a personajes protagonistas de una obra suele tener las siguientes consecuencias:

- Si se lían, uno de los motores de la historia se acaba ("Luz de luna"). Por eso no es extraño que casi todas las comedias románticas acaben con el beso final de la parejita protagonista. "Dawson Crece" es una de las pocas que tuvo el valor de ir más allá. Si la historia es coral, es muy probable que una parejita de nueva creación, si es estable, desaparezca de golpe o progresivamente de las tramas. ¿Por qué? Porque...

- Si se lían, los componentes de una pareja se vuelven aburridos. En "Anatomía de Grey" no paran de juntar y separar a sus personajes -a este paso superará a "Melrose Place"...- porque son conscientes de ello. ¿Y en "Battlestar Galáctica"? Menudo bajón que dieron Helo y Tyrol en cuanto tuvieron pareja estable; eso sí, lo de Tyrol lo arreglaron pronto escotilla mediante ;> Argumentalmente hablando, hay pocas parejas que soporten una unión estable y sigan siendo parte importante de la trama. Monica y Chandler lo logran en "Friends", pero como es una sitcom no estoy seguro de que sea un ejemplo muy válido.

- Si NO se lían, la historia se vuelve repetitiva. Por ejemplo, la legendaria "tensión sexual no resuelta" (U.S.T.) existente entre Mulder y Scully podía hacer gracia al principio. Pero es que a la octava temporada David Duchovny (Mulder) se largó de la serie y el tema seguía igual.

- Si el autor tiene el valor de hacer un triángulo amoroso, hay que aplaudirle por el mero hecho de intentarlo ya que son un fracaso popular de antemano. Son el perfecto ejemplo de "trampa narrativa": es demasiado sencillo caer en ellos y muy difícil dotarlos de un final satisfactorio para el propio autor, su público y la coherencia de la obra. Sin lugar a dudas, siempre me decanto por esta última sobre las otras dos: al público que le den, y a los caprichos del autor también (sus escenas, diálogos y personajes favoritos). Una historia debe estar bien contada. Punto.


En este último ejemplo, hablo de un triángulo decentemente construido, claro; es decir, en igualdad de condiciones para sus contendientes. La tontería que perpetra Stephenie Meyer en su saga vampírica "Crepúsculo" no tiene nombre: Jake nunca es un candidato real porque nada podrá separar el amor (¿inexplicable?) que Bella y Edward sienten el uno por el otro. Tampoco cualquiera de los pretendientes que se crucen en la vida de Derek o Meredith en "Anatomía de Grey" tiene ninguna importancia. Tan solo la primera vez que entró un tercero en la partida, pensamos (por la novedad) que alguien podía separar a la parejita de oro. Ahora ya no y, cuando recurren a ello, no te lo tomas en serio (véase el final de la cuarta temporada para una mayor claridad expositiva ;p).


Si, por el contrario, el triángulo está bien llevado, su resolución podrá gustarnos o no ("Dawson Crece", "Felicity") y siempre habrá una parcela de público que no esté de acuerdo con la decisión. Sin embargo, si se ha argumentado correctamente y el final es coherente con la historia que se ha contado, poco más se le puede pedir a un triángulo estándar.


Si al autor le gusta el riesgo, puede optar por una de las dos salidas no convencionales: elegir el camino de en medio o quedarse con los dos pretendientes -opción elegida por Laura Gallego en sus "Memorias de Idhún"-. Son elecciones polémicas que requieren valor por el riesgo que implican ya que no suelen gustar al gran público.


Conclusión: contar lo que se quiere contar y no alargar la historia más de lo necesario improvisando con nuevos elementos.


Ver "Índice e Introducción de teorías"


Suspensión de credibilidad (aka "efecto Matrix"). ("Crear, ver y leer: en coña pero muy en serio", parte IV).

Al inicio de la obra, el autor define al público las reglas por las que se regirá el universo en el que va adentrarse y, a partir de las cuales, evolucionarán tanto la historia como los personajes. Mediante un uso adecuado de la suspensión de credibilidad, ideas que concebimos de antemano como inverosímiles -que existan elfos, cylons, mutantes, vampiros, alienígenas o que un ser humano haga magia o tenga superpoderes de algún tipo- pasan a ser creíbles y parte relevante de la historia que se cuenta.


Pongamos como ejemplo el magistral arranque de "Matrix". En los primeros 5 minutos de la película, Trinity se enfrenta a 4 policías a la vez corriendo por una pared totalmente vertical mientras le disparan; congela el tiempo para dar una patada voladora; da un salto de una barbaridad de metros entre dos edificios separados por una calle de varios carriles y su cuerpo desaparece en una cabina telefónica justo antes de que un camión la arrolle. No está nada mal...y ha generado una suspensión de credibilidad altísima. La suficiente para que luego no nos parezca raro que la gente pueda esquivar balas, echar a volar, o que en realidad vivimos en el año 2199, somos esclavos de nuestros propios robots y nuestra mente vive conectada a una red que mediante impulsos eléctricos genera una ficción sensorial en nuestro cerebro idéntica a la realidad. Bueno...esto último sí hay a quien le parece raro ;p


Como ejemplo de incoherencia, imaginaos que estamos viendo un capítulo cualquiera (más o menos avanzado) de "Expediente-X". Unos agentes rodean a Mulder y Scully por haber entrado en una zona restringida y les piden que les acompañen a la salida. Lo normal sería que Mulder hiciera un chiste y salieran sin oponer resistencia...¿verdad? Pues no, Scully pelea contra ellos usando técnicas avanzadas de kung-fu ante la mirada atónita de Mulder; los derriba a todos de modo espectacular y humillante, al último lo fulmina mediante un potente kame-hame-ha; mira a Mulder con suficiencia y comenta "Estudié en un monasterio Shaolin hasta los 16 años". No solo sería incoherente con todos los capítulos anteriores -rompiendo el canon establecido-, si no que además sería una estupidez.


Esta teoría dispone una versión oficial llamada "suspensión de la incredulidad" ("suspension of disbelief") y podéis consultarla aquí.


Ver "Índice e Introducción de teorías"


17 de noviembre de 2008

El "efecto Shyamalan" ("Crear, ver y leer: en coña pero muy en serio", parte III)


Una sorpresa solo es tal cuando no sabes que te la van a dar; de lo contrario, deja de ser una sorpresa. Algunos autores han optado por incluir "sorpresa" en todas sus obras, como el cada vez menos sorprendente M. Night Shyamalan, por lo que durante el visionado de sus películas estás pendiente de todo pequeño detalle o pista que implique revelar información valiosa o indique un cambio de rumbo.


El "efecto Shyamalan" está directamente relacionado con la teoría de la expectativa en cuanto a que casi nunca cumple como esperamos precisamente por lo mucho que esperamos.


Ver "Índice e Introducción de teorías"


Teoría de la expectativa. ("Crear, ver y leer: en coña pero muy en serio", parte II)


La teoría de la expectativa afecta exclusivamente al público. Puede ser "previa" a tener acceso a la obra o "durante" su consumo. En ambos casos, por supuesto, puede ser positiva o negativa.

La expectativa previa se genera mediante el visionado de trailers, recomendaciones de conocidos de los que nos fiamos (o advertencias ;p), la opinión de la crítica especializada -es inevitable que nos afecte de un modo u otro- y el conocimiento de otras obras del autor. Si ya hemos leído una novela de Lucía Etxebarría y nos ha gustado, es probable que repitamos cuando publique una nueva novela (expectativa previa positiva) y viceversa. Los gustos personales del público también son, en si mismos, una expectativa previa, ya que que predisponen positiva o negativamente hacia obras de un determinado género. A mí me chifla la ciencia ficción y soy capaz de arriesgarme con obras en las que apesta hasta el título solo por pertenecer a este género.


La propia obra genera en el público una nueva expectativa durante la presentación de la historia; que a su vez está fuertemente condicionada por la expectiva previa. Actualmente, es raro que el público consuma una obra en un estado mental virgen -desconocimiento total de qué va a consumir o quiénes son sus autores-, por lo que la gran mayoría de veces nuestra cabeza opera en un sentido comparativo: "es mejor/peor/más interesante de lo que pensaba", "en el trailer no parecía tan depresiva" (mención especial al género etiquetado como comedia dramática) o "decían que era muy bueno y tampoco es para tanto". Este último pensamiento acostumbra a ser la consecuencia directa de una recomendación previa excesivamente efusiva. Así que ya sabéis: ¡recomendad con moderación!;p

Ver "Índice e Introducción de teorías"

Ley del lupanar ("Crear, ver y leer: en coña pero muy en serio", parte I)


Quien paga manda. Es así de simple, por suerte unas veces, por desgracia otras (las más frecuentes).


El inteligente caballero que produjo la adaptación de "El señor de los anillos" a pantalla grande decidió que debían rodarse tres películas y que eso no podía ser de ningún otro modo; que hacer solo dos -como habían sugerido otros productores- era una calumnia contra el libro y una estupidez. No fue un acto caritativo, ni tampoco devoción por la obra original y su autor -aunque de eso algo sí había-, si no la certeza de que esa era la forma en la que el público mejor iba a recibir la adaptación. Porque él ponía la pasta, pero el público era quien se la iba a devolver. El poder indirecto del público siempre ha existido, pero internet lo ha convertido en algo obvio.


La masificación de los foros de opinión en internet ha tenido demasiado que ver en el desarrollo de algunas obras. Ha hecho que los gustos y las exigencias del público sean conocidos y difundidos a mucha velocidad y se creen corrientes de opinión en torno a cualquier producto. Lo digo como algo muy negativo, que conste, ya que los productores de las obras raramente hacen arte por el arte: buscan rentabilizar su inversión en la obra (lógico) y hacen cuantos cambios sean necesarios en las tramas para adaptarse a los gustos del público.


El caso más sangrante que me viene a la cabeza es el cuarto libro de "La Canción de Hielo y Fuego". George R.R. Martin había publicado el tercer libro de su saga hacía años. Es un escritor con un talento arrollador, pero escribir como él lo hace requiere esfuerzo y, sobre todo, tiempo. Tiempo que los fans parecían no estar dispuestos a esperar, así que los editores temblaban ante un hipotético descenso en las ventas y presionaron al escritor para que entregase cuanto antes material para publicar. El resultado fue un libro en el que se narran las peripecias de... la mitad de los personajes. ¿Eso no es medio libro? Ya, ya sé que las tramas podían seguirse de forma independiente y bla, bla, bla; incluso el mismo Martin defendió la decisión ante el público, pero no me creo una palabra: se cargaron la integridad de su obra y seguro que Martin echaba fuego por la boca en privado. Ahora estamos a la espera de un quinto libro en el que se contará...la mitad que falta.


Es algo obvio pero las historias (sea libro, serie o película) se escriben para ser vendidas; al final, lo único que importa es cuantos libros vendes, cuánta gente ve tu película el primer fin de semana o qué porcentaje de share tiene tu capítulo piloto.


Conclusión: los autores prostituyen su obra para agradar al público. Esta teoría es un hecho maestro, un punto de partida básico, que se preasume al consumir cualquier obra y convierte en "esclavas" a todas las demás teorías.


Ver "Índice e Introducción de teorías"


"Crear, ver y leer: en coña pero muy en serio" (Introducción)



Es fascinante discutir sobre las series, libros y películas que más te gustan. Cosette y yo podemos pasarnos horas hablando de esto...en especial sobre los personajes y sus relaciones, las situaciones que viven, cómo se enfrentan a sus problemas y por qué, quién es el quinto cylon, si a Kate le gusta más Jack o Sawyer -Jack es un buen partido, pero quién de verdad "le pone" es Sawyer ;p-, sobre qué podía hacer Heathcliff para conquistar a Cathy, sobre quién mató a Kaji... esas cosillas, ya me entendéis (desvarío...;p).


Para discutirlo, utilizamos una serie de expresiones y teorías que surgen de obras concretas, están prestadas de otros autores o son de cosecha propia (de Cosette y mía). Aunque todo empezó como una coña -los nombres de algunas teorías lo atestiguan-, al final se ha convertido en nuestra propia biblia friki... Las teorías son aplicables tanto a literatura como a medios audiovisuales (cine y series de televisión, básicamente). Cómo no, habrá excepciones, pero para intentar englobar todos los casos, hablaré de:

-Autores, para referirme a escritores, directores (y quizá guionistas). Los autores son los creadores de la obra.

- Obra (libro, película y serie o capítulo de serie), que es consumida por el público.

- Público (espectadores y lectores)


A continuación os doy el nombre de las 11 teorías de que consta el artículo completo. Como es muy largo, iré subiéndolo por partes (teorías) y, a medida que lo suba, este índice de nombres también servirá como hipervínculo. Allá vamos:


I. Ley del lupanar

II. Teoría de la expectativa

III. El "efecto Shyamalan"

IV. Suspensión de credibilidad (aka "efecto Matrix")

V. Teoría de las relaciones interpersonales

VI. Coherencia interna del personaje (aka "efecto Anakin")

VII. Teoría del cambio de escenario o situación

VIII. Salto del tiburón (aka "efecto Melrose")

IX. Teoría de los protagonistas macizos (aka "efecto Galactica")

X. Teoría de la muerte de los personajes

XI. El "efecto Dorne"