13 de agosto de 2012

Cine: "The Dark Knight Rises"

"Nolan entrega otro largometraje brillante, rico en matices y lecturas, y concluye su épica saga regalando a los fans del cruzado enmascarado la que sin duda es la trilogía superheroica más sólida hasta la fecha".
'Nolan y Bale se alian de nuevo para abrumarnos con pedantería y pretenciosidad. Hablan de justicia, política e ideales (hasta pretenden abordar el romance) pero el discurso, aunque camuflado tras un elegante (bat) traje, está completamente hueco".

¿Cuál elegís? Yo me quedo con las dos porque en The Dark Knight Rises hay un poco de cada. Me gustan las películas de Batman pero me toca las narices el circo gafapastero de análisis social que se monta en torno a ellas. Algo positivo que veo en otras adaptaciones comiqueras como Spiderman o Los Vengadores es el no tomarse en serio como forma de ahorrar sufrimiento en el trasvase de medio. Los superhéroes lucen en viñeta, en animación o en videojuego (echad un vistazo a cualquiera de los Arkham) y cada vez que los sacan del hábitat primigenio divagan el rato necesario para justificar el ser como son: por qué visten como lo hacen (el chiste de la lycra es un clásico) o por qué la mayoría se comporta como un hatajo de psicópatas (Batman, el primero). Una vez aceptamos su mundo y sus normas, tienen nuestro permiso para pasar a la aventura.

El Batman de Tim Burton y Michael Keaton era un freak que se colgaba de los pies boca abajo para echar una siestecilla, un multimillonario que de noche salía a repartir leña con el fin de hacer justicia en la podrida ciudad de Gotham y combatir el dolor de haber presenciado el asesinato a sangre fría de sus padres cuando tan solo era un niño. Cuando ese tipo entonaba el "I'm Batman" con carraspera no nos entraba la risa floja porque formaba parte del pacto de lectura junto al bat-móvil, la bat-señal y los villanos histriónicos. Con Batman Begins, Christopher Nolan y Christian Bale nos vendieron a un ninja urbano experto en varias disciplinas marciales cuyo emporio financiero le daba ventaja táctica (es decir, tenía carísimos juguetitos anti-crimen, aunque esta vez ya no se llamaran bat-algo); eso es lo más cerca de la plausibilidad que Batman puede estar del mundo real. Por si surgían dudas sobre sus pretensiones, la carraspera seguía ahí y el aire místico de Ra's al Ghul dejaba claro que, más allá de símbolos e iconos, la reflexión filosófica era buscarle tres pies al gato.

"There's a storm coming, Mr. Wayne. You and your friends better batten down the hatches, because when it hits, you're all gonna wonder how you ever thought you could live so large and leave so little for the rest of us"
Con el binomio formado por The Dark Knight y The Dark Knight Rises la cosa cambió. Pretenden vender el universo de Batman como un lugar reconocible (cualquier megalópolis occidental) donde las situaciones y reacciones en él ocurridas se muevan por parámetros de absoluta veracidad. Lo siento, pero no. ¿Era necesario que todos los seguidores de Bane fuesen unos andrajosos, un eco chungo y nada procesado del perroflautismo más básico? La sutileza brilla por su ausencia. Por poner otro ejemplo, los juicios populares "moderados" por el Espantapájaros quizá funcionen como idea, pero a la práctica me pareció estar viendo una mala parodia de la Reina Roja: "¡Que le corten la cabeza!".

No son solo las coincidencias (la relación entre John Blake y Bruce Wayne se teje en base a un McGuffin tan ridículo como "supe que eras tú por tu mirada") o lo endeble de algunos conceptos (la prisión de Bane da para una entrada entera), sino que la brocha gorda forma parte inseparable de la naturaleza de los personajes: la radical escisión social mencionada antes; la motivación de chiste de los villanos (así como sus rocambolescos planes, que incluyen persecuciones al límite y la voladura masiva de objetos); el papel de MatthewModine, representante de un cuerpo de policía atontado o implicado en función de las necesidades del guión; los romances WTF (¿a alguien le importa un comino alguno de ellos?); y... Batman, con quien no se aclaran. Su discurso vira de lo extremo a lo conservador según sople el viento.

Tal vez sea demasiado exigente, pero este caballero oscuro, amparado en la bendición mayoritaria de la crítica, tiene un concepto tan alto de sí mismo que uno no puede sino medirlo por el rasero de su propia ambición: el ejemplo a seguir, la reflexión como detonador de la acción, ¡la inmortalidad cinematográfica! Nuevamente, no. Ni la idea se sostiene en términos de realismo social ni la profundidad psicológica ensalza cada escena. Ya siendo puntilloso, que un tipo se vista de murciélago con capa y orejitas tiene guasa... Si las pretensiones de Nolan pasaban por una redefinición verité del personaje, que le echara un par y rediseñara su indumentaria dejándola en la mínima expresión (la armadura de Wayne Enterprises y el Tumbler eran un buen punto de partida). Evidentemente, seguir ese camino hubiera garantizado la ira de los fans, pero esa es otra historia y, en realidad, es lo de menos.

Pese a todo, nos encontramos con una película que se pasa volando, un mérito considerando que excede las dos horas y media. A base de concesiones, funciona (sí, mis queridos ocho lectores, pese a toda la rajada pienso que funciona). Si pasamos por alto la ambición de los guionistas en su intento por tocar demasiadas teclas o perdonamos los agujeros de guión, estamos ante una buena película... de Batman. Retomo la idea original: me gustan las películas de Batman son como las de James Bond pero con latex en lugar de seda italiana. Su primera aparición motorizada en el túnel es épica y las pocas escenas en las que aparece el murciélago tienen la intensidad propia de un superhéroe. Además, hay nuevos secundarios de peso como la ladrona de guante blanco Selina Kyle (Anne Hathaway) o el policía John Blake (Joseph Gordon-Levitt), que amenizan la historia con más gracia que el propio Wayne/Batman; de hecho, a ratos parece que veamos una película sobre el impacto de Batman en Gotham con puntos de vista externos ya que, incluso como Bruce Wayne, Christian Bale tiende a desaparecer dejando que los demás construyan el relato.

Nolan ha conseguido que el personaje alcance la figura de mito, pero en esta última entrega ha perdido un poco el norte y ha mezclado churras con merinas: la denuncia social seria le viene grande al bueno de Bats, con Nolan al frente o sin él. Sin embargo, como en las olimpiadas, conviene valorar tanto la dificultad del ejercicio como su ejecución. Por tal razón, hay que reconocer al director el haber aspirado siempre a lo más alto, al más difícil todavía, y con ello ser capaz de ampliar las miras del cine de entretenimiento. The Dark Knight Rises conecta mejor con las características de un gigantesco epílogo (el cierre de la trilogía) que con las de una película autónoma, pero en cualquiera de los acercamientos es disfrutable como espectáculo de altos vuelos. No cabe duda de que la trilogía del murciélago define una época y ha puesto el listón a una altura que pocos podrán igualar.

¡Saludos!

Reflexiones de bar:

1) Espero que los ingenieros de la División de Ciencias Aplicadas de Wayne Enterprises tengan alguna clásula draconiana en su acuerdo de confidencialidad...

2) Nolan quería rodar su propia secuencia a lo Braveheart y no sabía cómo justificarlo: aunque todos vayan armados, solo disparan cuatro gatos. Una cosa es tenerse ganas y otra, ser idiota: todo bonico, sí, pero no tiene sentido.

3) Y vale que esto no sea Rookie Blue, pero la policía de Gotham debería aprender el concepto de discriminación positiva.

4) Bane me genera sentimientos encontrados. Tom Hardy le aporta la fisicidad y mal rollo; tiene presencia. Sin embargo, no lo explotan lo suficiente (esas motivaciones, otra vez...) y lo que deciden hacer con él no tiene nombre.

5) Anne Hathaway ha cerrado unas cuantas bocas con su interpretación de Catwoman (la mía, para empezar) y Joseph Gordon-Levitt demuestra una vez más que es un actor solvente y todoterreno. Larga vida a los middle-names y a repartir spin-offs ;)