"Nolan entrega otro largometraje brillante, rico en matices y lecturas, y concluye su épica saga regalando a los fans del cruzado enmascarado la que sin duda es la trilogía superheroica más sólida hasta la fecha".
'Nolan y Bale se alian de nuevo para abrumarnos con pedantería y pretenciosidad. Hablan de justicia, política e ideales (hasta pretenden abordar el romance) pero el discurso, aunque camuflado tras un elegante (bat) traje, está completamente hueco".
¿Cuál elegís? Yo me quedo
con las dos porque en The Dark Knight Rises hay un poco de cada. Me gustan las
películas de Batman pero me toca las narices el circo gafapastero de análisis
social que se monta en torno a ellas. Algo positivo que veo en otras
adaptaciones comiqueras como Spiderman o Los Vengadores es el no tomarse en
serio como forma de ahorrar sufrimiento en el trasvase de medio. Los
superhéroes lucen en viñeta, en animación o en videojuego (echad un vistazo a cualquiera de los Arkham) y cada vez que los sacan del hábitat primigenio divagan el rato
necesario para justificar el ser como son: por qué visten como lo hacen (el
chiste de la lycra es un clásico) o por qué la mayoría se comporta como un
hatajo de psicópatas (Batman, el primero). Una vez aceptamos su mundo y sus normas,
tienen nuestro permiso para pasar a la aventura.
El Batman de Tim Burton y Michael Keaton era un freak que se colgaba de los pies boca abajo para echar una siestecilla,
un multimillonario que de noche salía a repartir leña con el fin de hacer
justicia en la podrida ciudad de Gotham y combatir el dolor de haber
presenciado el asesinato a sangre fría de sus padres cuando tan solo era un
niño. Cuando ese tipo entonaba el "I'm Batman" con carraspera no nos
entraba la risa floja porque formaba parte del pacto de lectura junto al
bat-móvil, la bat-señal y los villanos histriónicos. Con Batman Begins,
Christopher Nolan y Christian Bale nos vendieron a un ninja urbano experto en
varias disciplinas marciales cuyo emporio financiero le daba ventaja táctica
(es decir, tenía carísimos juguetitos anti-crimen, aunque esta vez ya no se
llamaran bat-algo); eso es lo más cerca de la plausibilidad que Batman puede
estar del mundo real. Por si surgían dudas sobre sus pretensiones, la
carraspera seguía ahí y el aire místico de Ra's al Ghul dejaba claro que, más
allá de símbolos e iconos, la reflexión filosófica era buscarle tres pies al
gato.
No son solo las
coincidencias (la relación entre John Blake y Bruce Wayne se teje en base a un
McGuffin tan ridículo como "supe que eras tú por tu mirada") o lo
endeble de algunos conceptos (la prisión de Bane da para una entrada entera),
sino que la brocha gorda forma parte inseparable de la naturaleza de los
personajes: la radical escisión social mencionada antes; la motivación de
chiste de los villanos (así como sus rocambolescos planes, que incluyen
persecuciones al límite y la voladura masiva de objetos); el papel de MatthewModine, representante de un cuerpo de policía atontado o implicado en función
de las necesidades del guión; los romances WTF (¿a alguien le importa un comino
alguno de ellos?); y... Batman, con quien no se aclaran. Su discurso vira de lo
extremo a lo conservador según sople el viento.
Tal vez sea demasiado
exigente, pero este caballero oscuro, amparado en la bendición mayoritaria de
la crítica, tiene un concepto tan alto de sí mismo que uno no puede sino medirlo
por el rasero de su propia ambición: el ejemplo a seguir, la reflexión como
detonador de la acción, ¡la inmortalidad cinematográfica! Nuevamente, no. Ni la
idea se sostiene en términos de realismo social ni la profundidad psicológica ensalza
cada escena. Ya siendo puntilloso, que un tipo se vista de murciélago con capa
y orejitas tiene guasa... Si las pretensiones de Nolan pasaban por una redefinición
verité del personaje, que le echara un par y rediseñara su indumentaria dejándola
en la mínima expresión (la armadura de Wayne Enterprises y el Tumbler eran un buen
punto de partida). Evidentemente, seguir ese camino hubiera garantizado la ira
de los fans, pero esa es otra historia y, en realidad, es lo de menos.
Pese a todo, nos encontramos
con una película que se pasa volando, un mérito considerando que excede las dos
horas y media. A base de concesiones, funciona (sí, mis queridos ocho lectores,
pese a toda la rajada pienso que funciona). Si pasamos por alto la ambición de
los guionistas en su intento por tocar demasiadas teclas o perdonamos los
agujeros de guión, estamos ante una buena película... de Batman. Retomo la idea
original: me gustan las películas de Batman ―son como las de James Bond pero
con latex en lugar de seda italiana―. Su primera aparición motorizada en el
túnel es épica y las pocas escenas en las que aparece el murciélago tienen la
intensidad propia de un superhéroe. Además, hay nuevos secundarios de peso como
la ladrona de guante blanco Selina Kyle (Anne Hathaway) o el policía John Blake
(Joseph Gordon-Levitt), que amenizan la historia con más gracia que el propio
Wayne/Batman; de hecho, a ratos parece que veamos una película sobre el impacto
de Batman en Gotham con puntos de vista externos ya que, incluso como Bruce
Wayne, Christian Bale tiende a desaparecer dejando que los demás construyan el
relato.
Nolan ha conseguido que el
personaje alcance la figura de mito, pero en esta última entrega ha perdido un
poco el norte y ha mezclado churras con merinas: la denuncia social seria le
viene grande al bueno de Bats, con Nolan al frente o sin él. Sin embargo, como
en las olimpiadas, conviene valorar tanto la dificultad del ejercicio como su
ejecución. Por tal razón, hay que reconocer al director el haber aspirado siempre a
lo más alto, al más difícil todavía, y con ello ser capaz de ampliar
las miras del cine de entretenimiento. The Dark Knight Rises conecta mejor con
las características de un gigantesco epílogo (el cierre de la trilogía) que con
las de una película autónoma, pero en cualquiera de los acercamientos es
disfrutable como espectáculo de altos vuelos. No cabe duda de que la trilogía
del murciélago define una época y ha puesto el listón a una altura que pocos
podrán igualar.
¡Saludos!
1) Espero que los ingenieros
de la División de Ciencias Aplicadas de Wayne Enterprises tengan alguna clásula draconiana en su acuerdo de confidencialidad...
2) Nolan quería rodar su
propia secuencia a lo Braveheart y no sabía cómo justificarlo: aunque todos vayan
armados, solo disparan cuatro gatos. Una cosa es tenerse ganas y otra, ser
idiota: todo mú bonico, sí, pero no tiene sentido.
3) Y vale que esto no sea
Rookie Blue, pero la policía de Gotham debería aprender el concepto de discriminación
positiva.
4) Bane me genera
sentimientos encontrados. Tom Hardy le aporta la fisicidad y mal rollo; tiene
presencia. Sin embargo, no lo explotan lo suficiente (esas motivaciones, otra
vez...) y lo que deciden hacer con él no tiene nombre.
5) Anne Hathaway ha cerrado
unas cuantas bocas con su interpretación de Catwoman (la mía, para empezar) y
Joseph Gordon-Levitt demuestra una vez más que es un actor solvente y
todoterreno. Larga vida a los middle-names y a repartir spin-offs ;)