29 de agosto de 2011

"La boda de mi mejor amiga": chick flicks don't have to suck!


A Annie (Kristen Wiig) le hace mucha ilusión que Lillian (Maya Rudolph) se case y le haya pedido ayuda para organizar la boda. Pero mientras a su amiga de la infancia las cosas parecen irle sobre ruedas, la vida de Annie es un desastre: no levanta cabeza desde que su negocio de repostería se fue al traste y su vida amorosa se resume a dejarse echar polvos por un tío con fobia al compromiso. Decidida a que los preparativos de la boda salgan perfectos, entrará en escena Helen (Rose Byrne), una amiga pija de Lillian dispuesta a todo con tal de ser el centro de atención. 

Emociones a flor de piel, reencuentros, dudas existenciales, conflictos, alcohol, celos, amistad, amor, desamor... Las bodas y la parafernalia que las rodea son el caldo de cultivo ideal tanto para drama como para comedia. Hace un par de años nos encasquetaron un bodriete al servicio de Patrick Dempsey llamado La boda de mi novia, título absurdo (Made of Honor, en el original) que buscaba aprovecharse del eterno tirón de la película de Julia Roberts. Supongo que, con una idea similar en mente, Bridesmaids nos llega "traducida" como La boda demi mejor amiga. Sin embargo, una gran diferencia respecto a la tontería del Dr Macizo es que a esta comedia le sobran méritos para triunfar por sí misma. 


Annie es inteligente, impulsiva, divertida, honesta y penosa a la par que adorable. Mete la pata, se disculpa y la vuelve a pifiar, sin que eso haga de ella alguien detestable; al contrario, resulta una personaje complejo y bien construido por quien nos preocupamos genuinamente. Solo por ella uno vería con gusto las dos horas que dura la película. Por ella y por Megan (Melissa McCarthy), la cuñada de Lillian, una tía directa y sin complejos, eje de gags absurdo-físico-escatológicos desternillantes que la han hecho merecedora del sobrenombre de "la Galifianakis femenina". Como añadidos, Rose Byrne encarna a la villana de la función y Chris O'Dowd al improbable galán del nuevo milenio (en ese sentido estamos ante una película poco empalagosa, no sufráis). Para completar al sexteto protagonista tenemos a Becca y Rita. La primera es una prima recién casada de Lillian, enamorada de su marido y emocionada ante la perspectiva del matrimonio. De la segunda, bueno, digamos que un marido al que aborrece y dos hijos adolescentes le dan un punto de vista algo diferente... Ellas dos pierden fuelle a medida que avanza el metraje para cedérselo a la trama principal (Annie, Lillian, Helen) y al huracán Megan, una robaescenas de lujo.


Lamentablemente, La boda de mi mejor amiga tiene poco gancho comercial a este lado del charco. Hay que estar muy metido en la comedia americana actual para sentirse atraído por el elenco de actrices (Maya Rudolph es la cara más reconocible por anteriores productos del sello Apatow), o tener interés por los coqueteos con el cine de una cantera eminentemente televisiva. Además, la etiqueta "solo para mujeres" que equívocamente rezuman las promos no hace sino ahuyentar al público potencial de la película que, espero, sea salvada por las buenas críticas que ya ha recibido y el boca a boca de fuentes 100% fiables... como "The Strike Blog". Ahora mismo, para echaros una buena sesión de risas con la mejor comedia podéis elegir entre ésta y Linterna Verde. Yo de vosotros no me lo pensaba.

¡Saludos!

PD: antes de que alguien se decida en serio a tirarme piedras, aclaro que la coletilla del título está sacada de una de las slogans promocionales de la película (que yo esté de acuerdo o no es otra historia XD).

26 de agosto de 2011

"Super 8", regreso al pasado

Casualmente atisbas dos nombres en un poster: Steven Spielberg y J.J. Abrams. Uno de los directores que contribuyó decisivamente a cambiar la concepción del cine colaborando con el hombre que ha hecho lo propio con las series de televisión es un punto de partida prometedor. E investigas. Descubres que juntos han creado Super 8, una película que, según ellos mismos afirman, pretende rescatar el espíritu de las cintas de aventuras de los 80, evocando ya desde el título un sentimiento de nostalgia por aquella época. El diseño del poster, ilustrado a mano, también es toda una declaración de intenciones pues tras él está Drew Struzan, responsable de imágenes tan icónicas como las de Indiana Jones, Star Wars, Blade Runner, Regreso al Futuro, Los Goonies, E.T y un largo etcétera. El envoltorio está trabajado, es evidente, ¿pero qué hay de la película? 

En ella se nos cuenta cómo un grupo de amigos está rodando un corto sobre zombies para participar en un festival de cine. Al conseguir que Alice, la chica guapa de la clase, decida ayudarles e interpretar un papel, ya pueden filmar las secuencias que faltan. Esa misma noche se escapan para rodar y son testigos inesperados de un terrible accidente que nunca deberían haber presenciado... ¡Y hasta aquí puedo contar! Los chicos, novatos o poco conocidos, desprenden química y sus interacciones son muy divertidas (Cary, el muchacho de la ortodoncia, es la repera). Se nota que Spielberg y Abrams se identifican con las vivencias de estos chavales y, probablemente, hayan colado más de un dato autobiográfico. Alice, interpretada por Elle Fanning quien sí tiene un currículo dilatado pese a su edad, da muestras de que podemos estar ante una futura estrella; las figuras adultas, con Kyle Chandler como nombre destacado, cumplen con sus respectivos cometidos. Finalmente, la historia está contada con una buena dosis de oficio y, sobre todo, con cariño y simpatía.


Pese a las alabanzas, estamos ante una película imperfecta a la que se le pueden achacar algunos elementos: falta de originalidad (esto es tan discutible en cualquier contexto...), personajes estereotipados (ese padre rudo que en el fondo es todo amor ―realmente parece un reflejo del Coach Taylor, je―), tópicos situacionales (drama familiar, huidas y reencuentros), elementos cogidos con pinzas (el accidente, el modus operandi militar, la cinta del Dr Woodward, los cubos, la guarida, los abducidos) y... es cierto. Todo está ahí y a los puntillosos les dolerá. Yo suelo contarme entre los que le buscan los tres pies al gato y enumero las mil incoherencias de una película, aunque ésta pertenezca al género fantástico. Sin embargo, creo que Super 8 supera con nota el reto que se había autoimpuesto de recuperar una forma de hacer cine y de contar una historia de crecimiento, de superación de miedos mucho más aterradores que cualquier monstruo creado digitalmente.

Precisamente ahí estén, tal vez, los enemigos más serios de Super 8: no sentir nostalgia por lo que nos quieren contar o no tener catorce años para ponerse en la piel de estos niños y ver la vida como ellos lo hacen. Son obstáculos subjetivos, sorteables, pero a más de uno le echarán de la película, lo cual sería una lástima porque Super 8 es una gozada de principio a fin.


Otras consideraciones:
* La secuencia final es perfecta, emotiva y bellísima.
* Los títulos de crédito son imprescindibles, carta de amor al medio y cachondo broche de oro para una gran experiencia cinematográfica.
* Abrams me gusta más en cine que en televisión. En dos horas sus historias se benefician de una concreción que ya hubiéramos querido algunos para Lost (lo siento, se ha ganado una colleja perpetua :p).

¡Saludos!

22 de agosto de 2011

¿Leggings? No, mallas.

Repesco la actividad bloguera con una cuádruple reseña superheroica: X-Men: Primera Generación, Linterna Verde, El Increíble Hulk y Capitan América, el Primer Vengador.


El director Matthew Vaughn acertó de pleno al elegir a James McAvoy y Michael Fassbender para encarnar a unos jóvenes Charles Xavier y Erik Lensherr en X-Men: Primera Generación, el relanzamiento de los mutantes. Con el talento de ambos actores al frente del proyecto, un guión decente y su buen hacer tras la cámara (probado en Layer Cake, Stardust y Kick-Ass), la diversión estaba garantizada. El arranque de la cinta confirma la expectativa gracias a una presentación de personajes excelente: Charles, joven, con pelo y a dos patas, sorprende por su frescura; Erik, víctima de experimentos nazis convertida en cazador, acepta la ayuda de su futuro antagonista y se adueña de cada secuencia en la que aparece digo esto teniendo en cuenta que McAvoy lo clava, conque imaginad. El reclutamiento de los mutantes también es ejemplar (mención especial para la escena en el local de striptease y un divertido cameo), tanto que podríamos pasar horas admirando la camaradería entre Charles y Erik pero, por desgracia, todos sabemos que en estas películas llega un momento en el que los mutantes deben darse de hostias. 

Kevin Bacon cumple como Sebastian Shaw, líder de un grupo de villanos de irregular carisma (Emma Frost, Azazel y el actor español al que entrevistan en todas las revistas nacionales como si su personaje fuese relevante) que buscará ampliar sus efectivos explotando las contradicciones de los alumnos fieles a la causa de Charles Xavier (Mística, Bestia, Angel Salvadore, Banshee, Caos y Darwin). Los enfrentamientos entre adultos tienen miga porque se basan en lo personal e interesa ver cuándo Erik dará el paso definitivo hacia el lado oscuro pese a los esfuerzos de Charles por impedirlo. Los jóvenes, salvo Mística y Bestia, están poco desarrollados y se nota que están ahí para cubrir el cupo y reforzar la idea de supergrupo conflictivo, el germen de la futura escisión entre mutantes. Aunque ellos no están a la altura de los protagonistas, cada uno tiene un pequeño momento de gloria que contentará a los aficionados. 

Siempre es divertido ver cómo las películas basadas en comics se las apañan para distanciarse de la fuente a la par que la homenajean. En el caso de adaptaciones de superhéroes, los uniformes son una de las causas de discusión más frecuente: ¿cuero negro o lycra amarilla? Aquí salen airosos al enfundar al grupo en una especie de mono de aviación amarillo y negro la mar de digno, respetando los colores que dieron fama a los mutantes en sus inicios. Donde la lían es en soluciones visuales como la caracterización de Bestia, propia de un bicho peludo de Barrio Sésamo, o en colar el traje de Magneto sin razón alguna, con casco tintado de rojo y todo, inconsistente con la contención y sobriedad del vestuario de Erik Lensherr. Personalmente, me sorprende cómo conviven un estilismo y ambientación que recrean con mimo los años 60 con recursos algo horteras como los ya citados. También es curioso que el guión juegue con las tres entregas previas de X-Men al guiño y la referencialidad (Azazel y Rondador, Mística y Xavier), pero en otras cosas se cargue la hipotética continuidad (Bestia, la edad de algunos personajes) sin que haya un criterio aparente para ello, evitando así ser catalogada como secuela, precuela o reboot. Lo importante es que, pese a la obvia relación entre sagas, X-Men: Primera Generación es una película colmada de aciertos que puede disfrutarse como una unidad independiente; tras X-Men 3, tirando a floja, esto ha supuesto el resurgir inesperado de los mutantes y, esperemos, el nacimiento de una interesante franquicia.


Con la distinguida excepción del Señor de la Noche, la oferta de tipos en mallas ofrecida por DC Comics nunca me ha atraído. Sin embargo, como en DC se han decidido a imitar el éxito de Marvel adaptando las historias de sus personajes a la gran pantalla y es más fácil ver una peli que leer veinte comic-books, decidí dar una oportunidad a su primera apuesta seria de la nueva hornada: Linterna Verde. Me enfrenté a la historia en estado totalmente virgen, pues poco sabía a parte de que un anillo otorga poderes a un tipo normal y corriente... y poco más hay, la verdad.

Ryan Reynolds da vida a Hal Jordan, el primer humano a quien se concede el honor de formar parte del cuerpo de Linternas Verdes, un ejército de miles de miembros que mantiene la paz en el universo gracias al poder de unos anillos que canalizan la fuerza de voluntad, que está representada por el verde, color de sus trajes energéticos, del anillo y el botijo de poder que lo alimenta, de sus ataques especiales, de su planeta y de demasiadas cosas. ¡Sale verde por todas partes! Lo bueno es que los guionistas se toman este detalle con cierto cachondeo y hacen chistes a costa de ello en un par de ocasiones. "Siempre había soñado con ser un policía interestelar... verde" afirma Hal en uno de sus recurrentes momentos chistosos. Hay cosas que quedan estupendas en comic pero de pena en pantalla, algo que los responsables de arte de esta película probablemente han olvidado; entre eso y que los FX cantan bastante, el aspecto visual de la cinta es infantil (en el mal sentido) y un poco de vergüenza ajena. 

El carácter ligero y follarín de Hal, que recuerda al Tony Stark de Robert Downey Jr (aunque a años luz de este), ha disgustado a los fans del personaje. Aquí se le describe como un tipo esencialmente irresponsable con una facilidad asombrosa para huir en cuanto se le aprietan las tuercas: sin lazos, sin complicaciones. Su familia sale dos minutos al principio como gente por la que en el fondo se preocupa (un sobrinito adorable) para luego olvidarse totalmente de ellos; la churri florero de turno (Blake Lively, pobre) intenta echarle un cable hurgando en sus traumas infantiles y Hal sale por piernas; los Linternas le dan un poder que él rechaza de plano en cuanto las cosas se complican un poco... Según he leído, Hal Jordan es un hombre profundo y reflexivo, alejado de este patrón de "superhéroe por accidente", así que entiendo la frustración de sus seguidores. También sale un tipo (Peter Sarsgaard) que inspira más lástima que otra cosa tan pronto analizas su situación (despreciado por su padre, ignorado por la chica que por supuesto está coladita por Hal), pero en su lugar simplifican los hechos y le convierten en un villano de tres al cuarto. Y hablando de Roma, sale Mark Strong, un líder Linterna Verde especializado en discursos moralistas inspiradores... ¡pero es Mark Strong! Y aquí no acaba la cosa: tiene la piel rojo demonio, está interesado en controlar el poder del anillo amarillo (verde es a voluntad como amarillo es a miedo) y, tío, ¡se llama “Sinestro"! Lo dicho, que con tanto dato alarmante cuesta pensar en otra cosa. 

Cuando acabé de verla me pareció potable para pasar el rato. Sin embargo, a medida que pienso en ella me parece cada vez peor. Como no he leído el comic (y a juzgar por el enfado de los fans) quiero pensar que sencillamente es una adaptación terrible, lo peor que ha dirigido el hasta ahora siempre solvente Martin Campbell.


A vueltas con el verde, ¿quién querría ver una película sobre un monstruo verde que sufre hipertrofia, retraso mental y que básicamente se dedica a destrozar cosas? Lo habéis adivinado: nadie. Edward Norton es un tío listo y lo sabe, así que la mayor preocupación de su Bruce Banner es que Hulk aparezca lo menos posible en pantalla y el interés de los espectadores se centre en las circunstancias y problemas que rodean al científico.

Como si la versión duermepiedras de Ang Lee jamás hubiera existido (ojalá fuera así), Louis Leterrier rueda con buen pulso una historia de huída, de búsqueda de una cura que acabe para siempre con la bestia que Bruce Banner lleva en su interior. Como la película no es novedad, no me extenderé en comentarla. Yo la vi con afán completista para encajar todas las piezas de la futura The Avengers (me falta Thor), sabiendo que la opinión crítica se dividió y que Edward Norton discutió con Warner Bros y no retomará el personaje (en su lugar estará Mark Ruffalo). Esto y el director elegido me hicieron pensar en su momento que la película sería totalmente palomitera, un batiburrillo de acción sin sentido. Sin que la cosa sea un tratado filosófico (no nos pasemos), el enfoque que le dan me parece adecuado teniendo en cuenta lo difícil que es el personaje. El villano se perfila poco a poco desde la primera secuencia, beneficiándose de que Tim Roth nos regale otro de sus papeles desquiciadillos y en general todo está en su sitio. Ahora tengo curiosidad por saber qué fue lo que despertó la ira de Edward Norton, a quien si duda echaré de menos en The Avengers. 


Rubio, alto, ojos azules, cachas, guapo, absurda y ofensivamente patriótico, como no podía ser de otra forma viniendo del emblema humano de los Estados Unidos de América, el puto mejor país del mundo. Me moría de ganas por ver cómo Hollywood intentaba colar a nivel internacional a semejante sujeto, un tío capaz de hacerse un traje con los colores de su bandera y lucirlo con orgullo. Si el concepto de Linterna Verde es difícil, el del Capitán América es directamente ridículo. Para mi sorpresa, lo pasé en grande con Capitán América, el Primer Vengador, una película sustentada en tres pilares: aventura clásica, sentido del humor y sana autocrítica. 

El muchacho que describo arriba no se parece en nada a Steve Rogers, un chico enclenque cuyo único deseo es defender a los más débiles. Solo hay un pequeño problema: él es el más débil. Una pésima condición física le ha impedido alistarse para ir al frente en cuatro ocasiones, pero él sigue intentándolo, jugándose con ello el ir a la cárcel por mentir acerca de su identidad. Su tesón hará que un alma caritativa (e influyente) se apiade de él y le conceda una oportunidad. Durante veinte minutos que pasan en un suspiro el bueno de Steve logra caernos en gracia et… voilà! Se ha obrado el milagro: a partir de este punto, consiguen que el Steve debilucho pero todo corazón siga latiendo bajo las capas de músculo del Capitán América, consiguiendo que nos sigamos empalizando con él cuando deba enfrentarse a la adversidad.

La película no se complica la existencia y juega sus bazas yendo de frente aunque evitando salpicarse con matices indeseados: el rival a batir rezuma tanta maldad como Steve pureza. Cráneo Rojo ha salido de las filas de Hitler, cierto, pero representa un peligro mucho mayor que el dictador. De este modo, las banderas dejan paso a la clásica lucha entre el bien y el mal, confrontación que tarda en llegar algo más de lo previsto porque… No quiero arruinar a nadie el visionado de la película, así que tan solo diré que la forma elegida por los guionistas para insertar el elemento patriótico es inesperada, divertida en ejecución y en explicación del origen del traje y, al menos en mi opinión, inteligente en tanto que suaviza el aspecto más antipático del personaje. Chris Evans ofrece una interpretación convincente como Capitán y está rodeado por un elenco de sólidos secundarios que ensalza el conjunto: Hayley Atwell, una bella muy bestia; Tomy Lee Jones haciendo de Tomy Lee Jones (otra vez); un acertadísimo Dominic Cooper como Howard Stark; Stanley Tucci, Toby Jones y, por supuesto, un Hugo Weaving inmenso e imponente como Cráneo Rojo que casi da más miedo con cara que sin ella. El desarrollo de la trama es suave, elegante y avanza con paso firme cubriendo todos los ángulos. La acción está rodada sin artificios (al fin y al cabo, el Capitán “solo” es un humano potenciado) y trabaja para la historia. En conclusión, Capitán América es una película redonda y bien acabada que entretendrá incluso a los escépticos como yo. Y como sé que no todos están de acuerdo con esta opinión, ¡venga, a rajar en los comentarios! 

¡Saludos! 

PD: qué mal le sienta el verano a este blog…