28 de febrero de 2011

83ª Edición de los Oscar

¡Noche de Oscars! Sin tiempo que perder, demos un repaso a la lista de ganadores:

Dirección: Tom Hooper (El Discurso del Rey)
Actor principal: Colin Firth (El Discurso del Rey)
Actriz Principal: Natalie Portman (Cisne Negro)
Actor secundario: Christian Bale (The Fighter)
Actriz Secundaria: Melissa Leo (The Fighter)
Guión original: El Discurso del Rey
Guión adaptado: La Red Social
Film animado: Toy Story 3
Efectos especiales: Inception
Montaje: La Red Social
Edición de sonido: Inception
Mezcla de sonido: Inception
Banda Sonora: La Red Social
Maquillaje: El Hombre Lobo
Dirección artística: Alice in Wonderland
Fotografía: Inception


En términos de relevancia, la gran triunfadora ha sido El Discurso del Rey (habrá que verla). Probablemente era la incógnita de la noche, pues varias candidatas presentaban opciones para vencer. Teniendo en cuenta que director y película suelen ir de la mano, esto dejó huérfanas a Valor de Ley ―que se fue de vacío― y La Red Social, que después de todo el hype tuvo que “contentarse” con el guión adaptado (previsible), montaje y… ¿ banda sonora? Con esta reconozco que me he quedado fuera de lugar; ni siquiera recuerdo que la película tuviera un tema central o emblemático, con eso lo digo todo. Los de Natalie Portman y Christian Bale estaban casi cantados, con lo que la actriz secundaria era la única categoría donde podía presentarse lucha entre las candidatas. Finalmente fue a parar a una sorprendida Melissa Leo, que obsequió a los presentes con un sentido “fuck”; entre ella y Bale, el equipo tras The Fighter se lleva una merecida recompensa.

Inception ha obtenido los clásicos galardones técnicos con que se compensa a aquellas obras que, pese a su calidad, jamás serán premiadas mientras la academia vote mediante criterios tan clasicistas e ignore sistemáticamente a terror, ciencia ficción, acción, etc. Lo de siempre, vamos. Al no haber visto El Discurso del Rey ni Valor de Ley no sé si ha habido un reparto justo de galardones. Acorde a lo que sí he visto, con el resto de categorías estoy bastante satisfecho (bien por Portman y Bale), aunque hubiera preferido mayor reconocimiento para Cisne Negro (película o director, por ejemplo).

En cuanto a la gala en sí, parece ser que no pasará a la historia por su factura técnica ni por el cero carisma de sus anfitriones, James Franco (soso e inexpresivo) y Anne Hathaway (correcta), que se encargaron de demostrar que, como se venía rumoreando, eran una mala elección. Después de ver presentando a ese torbellino de hombre que es Hugh Jackman, sacándose un número de la nada (“I’m Wolverine”, con un par ;>), me temo que nada está a la altura… Si pasáis por la web oficial de los Oscar podréis ver el clásico vídeo divertido de apertura en que se da un repaso a todas las nominadas, echar un vistacillo a lo más sexy y raro de la alfombra roja y demás parafernalia que rodea a esta gala.

¡Saludos!

23 de febrero de 2011

Cine: "Cisne Negro"

El privilegio de conseguir el papel principal para "El lago de los cisnes" recaerá sobre aquella bailarina capaz de encarnar al cisne blanco, taimado y puro, y al cisne negro, sensual y salvaje. La perfección técnica de Nina (Natalie Portman) hace de ella el perfecto cisne blanco, pero carece de la espontaneidad que requiere el cisne negro, algo que Lily (Mila Kunis), la nueva bailarina del ballet, posee de forma natural...

Si alguien todavía dudaba del talento de Natalie Portman, esta película servirá para quitarle la venda de los ojos: su interpretación deja sin palabras y sobresale en una película que ya de por sí descoloca con su particular atmósfera malsana. En una escena, el director de la compañía de ballet, Thomas (Vincent Cassel), afirma que en la perfección hay un componente de riesgo, de dejarse llevar para sorprenderse a uno mismo y a los demás. El director se aplica el cuento: Cisne negro es arriesgadísima. La cámara en mano vibra, es caótica, se pega a los personajes cerrando el encuadre, cortando la respiración o siendo un miembro más de las coreografías; la imagen tiene grano y es sucia, oscura; la violencia es realista, palpable, descarnada y asquerosa; los efectos de sonido aumentan la sordidez... Sin embargo, en lugar de apartar la vista, algo morboso empuja a seguir mirando.

Es complicado hablar de esta película sin reventar nada, no quiero dar pistas ni poner nombres o etiquetas. Solo diré que es el retrato de una obsesión, de adónde somos o no capaces de llegar por aquello que anhelamos. Por la forma en que lo cuenta, Cisne negro ha sido tildada de ridícula, excesiva, obvia, tópica, facilona, tramposa... Probablemente sea cierto (en parte), pero también lo es que lo da todo, que se moja y que posee secuencias bellísimas que pasaran a la historia del cine. En una de ellas ―aquí no diré cuál―, me hubiera puesto en pie y aplaudido hasta que me sangraran las manos... ay, en el Festival de Sitges hubiera podido hacerlo (¿por qué no la estrenaron allí?). En La fuente de la vida, pese a no comprender totalmente el mensaje que quería transmitir, me sentí irremediablemente atraído por la parte emocional de la historia y la fuerza de sus imágenes. Al no haber visto Pi, Requiem for a Dream y The Wrestler, me pregunto si esas son las características habituales del cine de Darren Aronofsky ―dad por hecho que pronto lo averiguaré―, pues en Cisne Negro también quedé seducido por tal intensidad desde el primer minuto.

Con esta su quinta película, el director se ha ganado nominaciones en los Oscar a mejor película, director, actriz principal, montaje y dirección de fotografía. No sé qué pensaré en una semana porque no he visto ni la mitad de las películas nominadas, pero ahora mismo se los daba todos en un arrebato... Luego me acordaría de Inception, claro, y me obligaría a repartir: sin dudarlo, le pondría un lazo rojo y una etiqueta a nombre de Natalie Portman al galardón a mejor actriz; así su Globo de Oro tendría compañía. Mila Kunis también está genial y Vincent Cassel es otro de mis puntos débiles rarunos… Con tan poca imparcialidad, más claro ya no lo puedo dejar: sea cual sea el resultado obtenido en la gala de este domingo, para mí Cisne Negro se ha convertido por méritos propios en un clásico moderno que a nadie dejará indiferente.

¡Saludos!

17 de febrero de 2011

Cine: "Kick-Ass", "Scott Pilgrim", "Ga'Hoole", "Adiós, pequeña, adiós", "Harry Potter 7" e "Imparable"

Con más de un mes de retraso, espero que esta entrada sirva para liquidar los asuntos pendientes del 2010. Algo olvidaré, no cabe duda, pero espero comentar brevemente sobre todo aquello que me llamó la atención en pantalla grande durante los últimos meses del año. ¡A por ello!


Hiper violenta y macarra, así es Kick Ass. Matthew Vaughn trasladó a la pantalla grande las viñetas de Romita Jr. con un resultado cuestionable. En mi opinión, es una desgracia que la adaptación no fuese completamente fiel, pues al final la versión en celuloide acepta y claudica con todo aquello contra lo que el comic despotrica. Por esa razón, si bien la primera mitad es una auténtica pasada, el final es sencillamente terrible, la obra de alguien que no ha entendido nada de nada.

Por lo demás, tan solo quiero señalar que se me hizo extraño ver hechas "realidad" las crudas imágenes que con tanto desparpajo plasmaba Romita Jr.en el papel (con honores para Chloe Moretz y su deslenguada Hit-Girl y para el inconmensurable Nicholas Cage) . Me hizo pensar en cuán distintos son ambos formatos... Kick-Ass se queda a medias en su trangresión: buena idea, desarrollo mejorable.

Canción destacada: "Stand Up" (The Prodigy).


Otra adaptación, en esta ocasión de los seis tomitos estilo tankoubon de O'Malley. En resumen, Scott deberá batir a los siete malvados ex-novios de Ramona Flowers si quiere estar con ella sin interferencias… ¡toma premisa! Estos no me los he leído; quien sí lo ha hecho asegura que la esencia está ahí, perfectamente encapsulada. Scott Pilgrim Contra el Mundo es una peli perfecta para unos e imposible para otros pues, a diferencia de Kick-Ass, asume plenamente lo que es y lo lleva a sus últimas consecuencias (visuales y narativas): ser demasiado friqui es a la vez su mayor virtud y su peor defecto.

A mí Michael Cera me molesta más que un puñal en el ojo, pero sin él la película hubiera tenido aún menos repercusión de la que tuvo. Pero, para compensar, ahí están Chris Evans, Kieran Culkin y un Brandon Routh rubísimo e hilarante (“tell to the cleaning lady on Monday” XD). El público mayoritario, entre el cual me incluyo para este caso, opinará que la fórmula se agota pronto y se quedará fuera de la película o con sensación de no tener claro qué opina: la cantidad de guiños, ya desde los créditos, es infinita; pillarlos va en beneficio proporcional de la diversión. Si no hubiera abandonado ciertas aficiones, sé que la veneraría como la cima del género que es. ¿Estamos ante el cine de las nuevas generaciones?

Canción destacada: otra vez los The Prodigy, con "Invaders Must Die" (marcando tendencia desde el trailer).

Las lechuzas épicas planean de nuevo sobre este blog y lo hacen con estilo, sobre todo a cámara lenta (que para eso dirige Zack Snyder). En La Leyenda de los Guardianes, el argumento gira en torno a dos hermanos lechuzos y a cómo una de las razas quiere imponer su mandato de terror sobre las otras. Kludd, el hermano moteado de ojos encabronáos, abraza el mal un poco porque sí, porque es rencoroso y un poquito cabrón y tiene celos de Soren, el hermano plumiblanco de ojos redondos que es tan bueno planeando como Oliver haciendo filigranas con el balón (lo cual ya sabemos que despierta el instinto homicida del Anakin que todos llevamos dentro).

Tercera adaptación consecutiva, esta vez de una saga de novelas de la que se pica de aquí y de allá: el conjunto es aparente, pero algunos tramos se sienten un poco forzados. Cabe destacar un uso acertado del 3D (preciosas secuencias de vuelo), un par de giros sorpresas decentes y un adorable gusto por lo macabro poco propio de una peli supuestamente infantil. ¡Bien por las lechuzas!


Ya sé que no es del invierno pasado pero en The Town os prometí que hablaría de ella si me gustaba. ¡Y aquí estoy! (recuerdo a los despistados que Adiós, pequeña, adiós es la primera película como director de Ben Affleck). Creo que The Town es más redonda, pero hay en esta una atmósfera enfermiza muy lograda, además de que el final da mucho que hablar (dilema moral de los buenos).

Está basada en una obra de Dennis Lehane, con quien he pasado de no haber oído su nombre en la vida a saberlo "todo" de él en un mes ―a nadie le sonará una historia llamada Mystic River, ¿verdad?―. La novela adaptada es la cuarta de la saga dedicada a los detectives Patrick Kenzie y Angie Gennaro, colegas al principio y amantes algo después, que van por Boston encontrando a gente desaparecida, entre otras cosas. Al zambullirnos directamente en medio de de la saga de unos personajes con un pasado construido, hay momentos en los que quizá andemos algo perdidos (la relevancia de los contactos de Patrick, por ejemplo, como Bubba, capo de la zona...y su mejor amigo). Sin embargo, es una película tan intensa y emocional (insisto en su moralidad/amoralidad) que los bachecitos fruto de ser una adaptación quedan compensados con creces. Ben Affleck sorprende y Casey Affleck se sale (todo queda en casa). Muy recomendable.

pd: Cosette, vida, podrías enrollarte y hacer la crítica literaria paralela... ;) 


¡Última adaptación del día! Con Potter vamos al grano, que tras tantos años hay confianza: el quinto fue el último que me leí y la sexta tuvieron que explicármela a medida que la iba viendo. En cambio, con esta primera parte de la séptima, Las Reliquias de la Muerte, (casi) todo fue como la seda. No sé si es fiel a la novela o no, pero la narrativa fluía más o menos sin problemas, ya que en Potter siempre hay algún personaje secundario que se medio escapa, como en esta podría ser el amor de juventud de Dumbledore.

Y, para aquellos que ya la habéis visto, llega el momento de la polémica... ¿a favor o en contra de la extensa huída? Totalmente a favor, sin dudarlo un segundo: transmite la desesperación e impotencia que sienten los personajes ante la debacle que están viviendo; si Ron reapareciera antes el tempo dramático se iría al carajo; ese Horcrux mola y, por encima de todo, la escena del baile es bella, triste, emotiva y (¡por fin!) adulta.

También quiero destacar el fragmento animado que cuenta la historia de la Muerte y las reliquias. Aunque se les adelantaran con la idea en Hellboy II e incluso en Kill Bill Vol.1, soy un vendido cuando me cuelan arte en pequeñas dosis de forma tan elegante. Tengo ganas de ver cómo cierran el círculo.

Y la última de la tanda: Imparable. Tony Scott vuelve a la carga para contarnos cómo una empresa ferroviaria intenta evitar el descarrilamiento de un tren de chorrocientas mil toneladas. El conflicto se nos cuenta a través de dos trabajadores, un veterano que las ha visto de todos los colores (Denzel Washington, fetiche del director) y un novato en su primer día que está hasta el gorro de que le miren por encima del hombro (Chris Pine). Mediante una premisa sencilla, Scott se las arregla para plantear una clásica historia de buenos y malos ―millones de dólares perdidos y la reputación por los suelos a un lado de la balanza; una ciudad arrasada y cientos de familias sin hogar en la otra―, ensalzar el valor de la familia, dejar que Denzel haga un poquito el histrión (si no no sería Denzel ;p), hacer creer que pasan cosas cuando no es verdad con decenas de travellings circulares y, sobre todo, que el espectador esté en vilo, con el culo al filo de la butaca, manteniendo la tensión en todo momento. Acción clásica, de apariencia artesana pero enérgica y con poquitos elementos muy bien combinados. No se puede pedir más.

Menudo tocho, otra vez. Aquí acaba mi 2010 cinéfilo (creo). También creo que el 2010 seriéfilo merece una entrada, ya que hubo mucho y bueno. Procuraré buscarle un hueco después de Enredados y la inminente Cisne Negro. Seguid conectados ;>

¡Saludos!

14 de febrero de 2011

Series: el adiós a "Friday Night Lights"

Ha acabado Friday Night Lights. Con un par de renovaciones inesperadas y cinco temporadas a sus espaldas, NBC ha cerrado una de sus series más queridas y alabadas en un capítulo final de sesenta minutos donde se han atado casi todos los cabos sueltos. Pocas series llegan tan lejos y con tanta clase: los de Dillon pueden estar contentos.

Como detractor del drama desatado, si algo agradezco a FNL es el haberse mantenido alejada de la lágrima fácil. La paraplejia de Street, asunto espinoso, fue llevada con total dignidad; la muerte del padre de Saracen, devastadora; nadie ha sufrido enfermedades terminales y las situaciones en las "familias desestructuradas" se han desarrollado en el terreno de lo tolerable (abortos, exconvictos por duplicado y demás). De hecho, pese a la dureza de algunos temas es una serie optimista que nos habla de buena gente, y el finale ha concordado con este espíritu positivo.

En efecto, hemos tenido final feliz en casi todos los frentes. Sin embargo, creo que como cierre fue más satisfactorio (en cuanto a coherencia con los personajes) el de la tercera temporada, y en global ha bajado el listón de la cuarta, de mayor intensidad emocional y social. Supongo que, además, como me atrae la épica de los perdedores, ver a los Lions arrastrándose por el barro (literalmente) me pareció más interesante que el camino de rosas mostrado en la quinta. ¡Menudo equipazo, el del Coach Taylor! Demasiado bueno para solo un año de rodaje, ¿no? En su afán por contar sin mostrar, la victoria de los Lions y el dulce destino de los personajes se muestran mediante una elipsis de ocho meses, magnífica. Aunque ha habido refriegas a nivel interno, claro, surgidas del ego descontrolado de Vince o de un arrebato de juego sucio ante la adversidad (con Billy Riggins como “ideólogo”), pero nunca dudé de que el muchacho terminaría reencauzándose o que los Lions rugirían de nuevo con elegancia. Por otra parte, he echado en falta la amenaza durmiente que representaban los Panthers, encabezados por ese idiota en el que previsiblemente se había convertido J.D.

¿Por qué J.D. no ha sido el rival a batir en un brazo a brazo contra Vince? Esa es otra de las cosas que FNL hace a menudo... Discutiendo con Tami, Coach comenta de refilón que los McCoy ya no están en la junta de los Panthers, como si fuera vox populi, y se quedan más anchos que largos. Aunque al menos hay que agradecer que dieran una explicación, pues peor fue lo que hicieron con Santiago: fin de temporada y... ¡puf! Nunca más se supo de él. Ni siquiera una mención del tipo “tuvo que mudarse pero habla con Buddy a menudo” o “mira, pese a las apariencias, las drogas y su gente le tiraban más que el football y murió de sobredosis en un callejón”. Nada. Como si no hubiera existido. 

Comprendo que no se explique cada detalle de lo que ocurre en una trama ―la serie no avanzaría entre tanto secundario―, y es normal que los actores se marchen a otros proyectos; unas veces para regresar, otras, no (la dictadura del mundo real). Entiendo también otros recursos, pero cuando se emplean de esta forma suenan a deus ex-machina de última hora para forzar la narrativa (la decisión de Coach y su antagonismo con Joe McCoy, ya inexistente) o a excusa para  desarrollar tramas del personaje más repelente de FNL solo porque es el único actor disponible o porque “toca” que siga ahí. ¿Adivináis quién? Sí, amigos, ni más ni menos que la hijísima, Julie Taylor.

Julie, Julie... qué petarda eres, niña. Parece mentira que de una hembra como Tami Taylor haya salido semejante bicho. Si no habían seguido a nadie en su aventura universitaria, ¿por qué hacer la excepción precisamente con ella? Tras su tontería con el profesor cuasi-pedófilo, la muchacha se deja caer por Chicago y resulta que no deja de pensar en Saracen... ¿Mandeloqué? Las líneas de Julie han sido, de largo, lo más duro de tragar de toda la serie. Confieso que soy un rencoroso y aún no le he perdonado lo del sueco, aunque pasara en una segunda temporada tan lejana como en general olvidable, así que casi me muero cuando Matt se arrodilla para pedirle matrimonio. Adoro a Saracen pero lo de este chico es auténtico mal ojo ―aunque creo que en realidad es un plan urdido con maestría para estar más cerca de Tami Taylor... sí, definitivamente tiene que ser eso... ;p―.

Esto me lleva a los ansiados retornos, donde ha habido un poco de todo. A Matt le van bien las cosas en Chicago y confía más en sí mismo ―¡hasta le planta cara al Coach!―; Riggins ha salido de prisión e intenta rehacer su vida; y Tyra se ha apuntado a la campaña "Si pasas por Tejas, fóllate a Tim", tan de moda entre las bellezas de Dillon ―¿este chico no estaba colgado de Layla?―. Tras el profundo y emotivo discurso de Tyra al final de la tercera temporada, pensaba que la chica había aprendido a poner la razón por delante del músculo. Por desgracia, me equivoqué. Ya sé que dejó tirado a Landry en aquella carretera, pero realmente esperaba que retomaran su relación, aunque fuese como amigos; no obstante, ni siquiera comparten un mísero diálogo. Su confesión de estar enamorada de Tim desde los cinco años me sonó a out of character, a anti-narrativa, a dar un paso adelante y dos atrás. La reaparición de Landry toma cuerpo mediante una micro-escena con Matt, con lo que devolvemos a un grandísimo secundario a la posición de salida, al banquillo en el que nunca debió estar: es la cruz de ser el feo entre tanto aspirante a modelo. Lástima.

A Landry le prohibieron salir en esta foto
También confieso (en una línea análoga de pensamiento) que no comprendo la fascinación general por Tim Riggins. Antes pensaba que tanta cerveza le ralentizaba las neuronas, que era tonto, vamos (entrañable y bonachón, también, como su hermano, pero irremediablemente tonto); ahora, además de corto, estaba amargado tras su paso por la cárcel. Me alegra que recuperara sus monosílabos quejumbrosos para el último capítulo ―cada cual a su ritmo, oye―.  Lo que hizo por su familia fue una pasada y ni por un segundo le estoy quitando mérito pero, al contrario que Landry, goza de un físico apolíneo, deseable para el público y amortizable para la cadena, que le garantiza una buena ración de tiempo en pantalla. Llamadlo envidia, si queréis; I don’t care.

Siguiendo con los personajes, para hacer incorporaciones en la última temporada y que no sean un pegote hay que tener un plan perfectamente trazado, cosa que no ha ocurrido con Hastings, Buddy Jr. o Epyck: los tres comenzaron con buen pie pero pronto perdieron fuelle. El primero, alguien ajeno al football, nos ofreció dos saltos y una sonrisa picarona. Punto. El hijo de Buddy (acierto increíble de casting) nos regaló un momentazo con su padre con aquel “¡¿Hijo, cómo puedo ayudarte?!” y de ahí al olvido; no sé vosotros, pero yo me preguntaba qué hacía en las juergas nocturnas con Vince y Luke ―le hacían pagar las birras, fijo―. Y Epyck ha sufrido los efectos del reverso tenebroso del “altruismo metomentodo” de Tami Taylor: no solo no la ayuda sino que a la pobre chica la cambian de instituto otra vez, su mayor temor. Vista la aportación del trío, se los habrían podido ahorrar y dedicar el tiempo a… no sé, ¿a Landry? Un último concierto de los Crucifictorius hubiera sido brutal ;>

Tal vez creáis que estoy siendo demasiado duro, hilando demasiado fino. Pues no y sí. Lo dicho arriba son todos los defectos que la serie tiene, no en la última temporada y el capítulo final sino en su trayectoria completa. ¿Queréis que la comparemos con Lost? Je. Por lo demás, Friday Night Lights ha sido una serie excelente y ejemplar. Al final, se han atrevido a quitarle la sábana al fantasma que se escondía en Dillon: el machismo de Eric Taylor. El Coach es un tipo honesto, implicado, rudo, trabajador… y pone palos en las ruedas de Tami cada dos por tres. Su "Who's gonna make me dinner?" fue toda una declaración de intenciones por parte de los guionistas; probablemente la semilla se plantó con aquel "I miss the Coach's wife" y la genial réplica mordiente de Tami, "I have yet to know the Principal's husband". Qué buenos momentos nos han brindado los Taylor y cuánto se les va a echar de menos… En estos últimos capítulos ha surgido entre ellos una tensión que ha puesto a prueba la fortaleza de su relación pero, igual que con los arrebatos de estrella de Vince, nunca temí por ellos. Perdón, casi nunca: a él le cuesta tanto tomar la decisión de irse a Philadelphia con Tami que por un instante creí que no lo haría. De ser el caso, ni ella ni yo se lo habríamos perdonado. No contento con romper estereotipos, Coach se lo curra y da un empujoncito a la carrera de entrenadora de Jess, otro de los grandes personajes de la segunda época de FNL.

Ése es otro de los méritos de la serie. A diferencia de Hastings & Co. (un mal menor), otros han logrado ser tan importantes como lo fue la primera generación en solo dos temporadas: Vince, Jess, Becky y Cafferty. Durante la cuarta se centraron mucho en Vince Howard, en el "Dillon negro", los suburbios, la otra cara de la moneda; Jess, aunque no fuese un gladiador en el campo de juego, tenía tanta garra como él; Becky se abría paso con su ternura y Cafferty quedó desdibujado. Aceptando que Luke no tenía el carisma ni la presencia de Vince, al final han equilibrado parcialmente la balanza y han jugado a que el todo fuese mayor que la suma de las partes: las parejas.

Tengo los “ships” en baja estima, la verdad vaya por delante, pero FNL es experta en romperme los esquemas. ¿Una serie sobre football en el Tejas profundo? ¡Bahhhh! ¿Yo interesado en parejitas? ¡Por favor! Viendo FNL y admirando a los Taylor aprendí a morderme la lengua, solo para mordérmela otra vez con Matt y Julie (a ratos), Tyra y Landry (sniff...), y ahora con la amazona Jess y Vince (otro revés para Landry), con los inocentes Luke y Becky y los extrañamente adorables Billy y Mindy. Este par han tenido una evolución de lo más curiosa a lo largo de la serie, de plantearte qué diablos hacían juntos a ser inseparables. Las frecuentes miradas asesinas de Mindy hacia su marido (un hombre de ideas peregrinas) lo dicen todo, pero tanto para ella como para nosotros es imposible no adorar a Billy Riggins. Mete la pata a menudo, muy a menudo… nunca con mala intención. Como ya han señalado otros bloggers, la relación de esta pareja con Becky funda los cimientos de lo que podría ser el relevo natural de los Taylor en el noble arte de ayudar al prójimo ahora que estos se marchan. Dos de las escenas finales más emotivas son para ellos: la despedida de Becky y Mindy, bajo cuya apariencia de tía dura late un corazón enorme; y los hermanos Riggins, por fin en paz, construyendo la casa de Tim y brindando por una vida próspera (y legal) en Tejas.

Friday Night Lights tiene un carácter propio, calmado y reflexivo, con el que ha reflejado la atmósfera particular y endogámica de Tejas, de la que sorprendentemente ha sabido hacernos partícipes. Sufrimos con los Panthers y después con los Lions, siempre de la mano de los Taylor, y nos preocupamos por los problemas y alegrías de un grupo de adolescentes en su camino a la madurez. Con su buen hacer, se ha ganado el respeto de la crítica y el cariño del público semana a semana durante cinco años hasta ser considerada un ejemplo de cómo lidiar con las emociones, de cómo perfilar personajes inolvidables (gracias a un formidable elenco actoral), tan humanos que escapan de la pantalla y se cuelan en nuestras vidas... Tal vez no sea una serie perfecta, pero tampoco lo necesita.

Dillon, you’ll be missed.

¡Saludos!

pd: os recomiendo encarecidamente visitar Diamantes en serie, hogar virtual del imprescindible Nahum. Allí encontraréis dos de sus múltiples joyas: su reseña del final de FNL y un precioso homenaje a la mejor serie que ha pasado por televisión, The Shield. ¿A qué esperáis?;>

9 de febrero de 2011

Cine: "The Fighter"

El pasado enero comenzó la carrera de los Oscar al hacerse pública la lista de nominadas. Tras ver The Fighter uno comprende que sea candidata en varias categorías y, junto a Black Swan y El Discurso del Rey, una de las aspirantes a arrancarle premios de las manos a esa tontería sobrevalorada que es La Red Social. ¿Qué ofrece la película de David O. Russell para ser merecedora de estatuilla?

Para comenzar, un jab al mentón. The Fighter narra una historia de esas que tanto gustan a la academia (y al público)  de superación personal con regusto a Rocky, a Cinderella Man y a toda la tradición moderna de buen cine pugilístico: la del boxeador de clase baja al que se le brinda una oportunidad. Los encargados de truncar una y otra vez las aspiraciones de Micky Ward ―Mark Wahlberg, que también ejerce de productor― serán su propia familia, abanderada por la madre choni (Melissa Leo), un ejército de increíbles hermanas sacadas de la peor pesadilla ochentera y su hermano Dicky (Christian Bale), ex-boxeador de carrera lastrada, entrenador de Micky y... adicto al crack. Sus aliados serán su novia (Amy Adams), un amigo de la familia... y también su hermano, por contradictorio que suene.

La película ha sido criticada por ser competente en todos los frentes y, sin embargo, carecer de personalidad ―por ahí arriba cito a otra a la que se le podría aplicar el cuento… uy, no, que esa es “clásica”…―. Se sabe que Wahlberg ofreció la batuta a Scorsese, quien rechazó dirigirla, por lo que se lee a David O. Russell como una elección conformista. No obstante, bajo el mando del director de Tres Reyes, comprendemos a los personajes ―empatizamos con la situación familiar de Micky, realmente chunga, a la vez que adoramos al tarambana de Dicky― y las secuencias se resuelven de forma solvente. Es cierto que los combates tal vez no sean espectaculares, pero en realidad tampoco lo pretenden; mediante cámaras digitales, las imágenes hablan con el lenguaje en tercera persona de los programas deportivos y los documentales, sin que por ello dejemos de notar cómo duelen los ganchos que Micky propina y recibe.

The Fighter es un drama serio y realista, recomendable en conjunto y que, además (aquí no voy a ser nada original), ofrece una de las interpretaciones del año: Christian Bale está que se sale ―¿acaso alguna vez ha estado mal?―. Creedme, solo por verle a él ya merece la pena pagar el precio de la entrada.

¡Saludos!

4 de febrero de 2011

Libros: "El Silencio del Bosque" ("In The Woods")

En “The Strike Blog” siempre he echado en falta hablar de comics y libros. A lo primero espero ponerle remedio en breve (esta vez, de verdad), y a lo segundo se lo pongo ahora mismo inaugurando sección con la primera crítica literaria del blog, El Silencio del Bosque

Sin embargo, doy un paso atrás para ceder el protagonismo: siempre buscando ofrecer lo mejor a mis amados seis lectores, he decidido dejar no solo esta reseña sino la gestión general de la sección de libros en las expertas manos de Cosette, ávida lectora y, sin duda, la persona adecuada para encargarse de ella. Analítica pero pasional, directa, ecléctica y, a veces ―cuando más me gusta―, controvertida; a partir de ahora la leeréis a menudo y podréis beneficiaros de sus recomendaciones (o sus críticas). Ah, no ha habido enchufe, que conste; sin la calidad que la respalda le daba puerta como a cualquier otro… ;p

¡Bienvenida, Cos, y al toro!

El Silencio del Bosque
por Cosette

El Silencio del Bosque (In the Woods. RBA, 2010) es la primera y ampliamente galardonada novela de Tana French. Esta autora, norteamericana de nacimiento pero irlandesa de adopción, dejó pasmados a crítica y público con su debut literario en 2007 y, actualmente, con solo tres (excelentes) novelas en el mercado, está considerada como una de las escritoras de género negro más prometedoras. French posee un talento especial para conjurar una imaginería poderosamente bella y evocadora, y construir personajes dotados de una gracia y encanto poco habituales. Me atrevería a afirmar que El Silencio del Bosque forma parte del selecto grupo de obras que ejercen un permanente enganche en el lector y perviven en nuestra memoria largo tiempo después de pasar la última página. Y es que este atípico thriller, un ejercicio literario preciosista en la forma y valiente en el fondo, es uno de los mejores libros que he leído recientemente.

La acción de la novela se sitúa en Irlanda en el año 2004, pero nos remite a los acontecimientos acaecidos una tarde de agosto de 1984, cuando tres niños de 12 años se adentran en el bosque de Knocknaree, en las afueras de Dublín, y desaparecen misteriosamente sin dejar rastro. Esa misma noche la policía encuentra a uno de ellos, Adam Robert Ryan, abrazado a un roble, recubierto de sangre y en estado catatónico. Veinte años después, Adam Ryan, quien ahora se hace llamar por su segundo nombre, Rob, es detective de Homicidios y sigue guardando con celo aquella tragedia de infancia: aunque es incapaz de recordar nada de lo acontecido aquel día, lleva una vida aparentemente normal y feliz. Todo cambiará cuando una mañana de finales de verano aparezca el cuerpo de una niña asesinada en el mismo bosque. Ryan y la detective Cassie Maddox su compañera, mejor amiga y una de las pocas personas que conoce su verdadera identidad, serán los encargados de resolver un caso que se convertirá en un veneno silencioso y letal, una pesadilla que amenazará con destruirlos a ambos.

Se me antoja que calificar El Silencio del Bosque de novela policiaca al uso es prácticamente un insulto ya que, a pesar de que podamos enmarcar esta obra en dicho género, la ópera prima de French explora magistralmente territorios que van más allá de los típicos clichés de la novela negra. La subyugante prosa de esta autora ­(si tenéis soltura con el idioma os recomiendo encarecidamente leer la novela en su inglés original, es una delicia) nos adentra en un misterio tenebroso, seductor y fascinante; y no por la naturaleza del caso en sí ―aquí no hay asesinos en serie de primer orden, ni el típico tipo normalito e introvertido que guarda órganos humanos en su Tupperware; por no haber, ni siquiera hay la ineludible persecución con tiroteo incluido―. El caso al que se enfrentan Rob y Cassie no tiene nada en particular: se trata de una pobre niña asesinada y abandonada en las entrañas de un bosque. Sin embargo, la inquietante posibilidad de que este homicidio esté relacionado con los sucesos de hace 20 años hará tambalear de forma lenta pero inexorable la cordura de Rob y pondrá a prueba la inquebrantable amistad con su compañera. Y es que el bosque que figura en el título no solo se refiere a la escena de ambos crímenes, sino a los recovecos de nuestra memoria, a nuestros miedos e inseguridades, a esa maraña de sentimientos oscuros y contradictorios que tejen un follaje tan denso e impenetrable que no nos permiten ver el cielo azul ni encontrar el camino de regreso a casa.

Si bien no voy a negar que la parte estrictamente procedimental de la novela puede resultar cuestionable en algunos aspectos, una de las grandes bazas de esta obra son las excelentes caracterizaciones y el innegable carisma de sus personajes ―especialmente de la joven pareja protagonista, los detectives Ryan y Maddox―. La novela está narrada en primera persona por Ryan, quien nos abre las puertas a su historia, sus percepciones y sentimientos.

Te lo advierto, recuerda siempre que soy detective. Nuestra relación con la verdad, aunque primordial, es fragmentada, confusa y refracta la luz como trozos de cristal […] Anhelo la verdad. Y miento.

Con estas palabras Rob se presenta al lector, y a este le corresponde decidir si alguien que corteja la verdad como a una amante pero que no tiene escrúpulos en traicionarla para poseerla en cuerpo y alma es digno de nuestra confianza. Rob difícilmente encaja con el estereotipo de detective que ha forjado nuestro imaginario colectivo; inteligente e introspectivo, cínico y romántico a partes iguales, divertido a ratos e increíblemente frustrante a otros, es un personaje ambiguo e imperfecto ―pero con el que no puedes evitar simpatizar al contemplar como su vida se desintegra poco a poco―. Cassie es su partenaire inseparable, su alma gemela y mejor amiga y, probablemente, el personaje con más chispa y gracia del libro. Rebelde y algo gamberra, valiente, leal y deslumbrante ―y con una historia personal que nos irá ofreciendo múltiples sorpresas a lo largo del relato―, es un soplo de aire fresco en la vida de Rob y en la atmósfera perturbadora y sofocante de la novela (y no, por si os lo preguntabais, Cassie no se parece en nada a Lisbeth Salander).

Tana French, autora de El Silencio del Bosque (In The Woods)
Si bien Ryan y Maddox resultan fascinantes por separado, es en cada una de sus innumerables interacciones ―en sus bromas y diálogos chispeantes, en sus charlas nocturnas e interminables amodorrados en el sofá del apartamento de Cassie, en la belleza esplendorosa y cruel de sus interrogatorios a dos―, en los que brillan con una química vertiginosa y arrolladora. Ni qué decir tiene que esta amistad perfecta y sólida como un muro de piedra no está exenta de aristas y grietas invisibles, y que nos veremos obligados a plantearnos una y otra vez la eterna cuestión de si una mujer y un hombre heterosexuales pueden ser solamente amigos. Sea cual sea la respuesta (y la hay), lo cierto es que algunos de los fragmentos más hermosos y emotivos de la novela son aquellos en los que Rob describe su especial relación con Cassie; he aquí uno de mis favoritos:

Las chicas con las que sueño son las tiernas y nostálgicas, las que cantan dulces canciones al piano o junto a grandes ventanales, de pelo largo y ondulante y delicadas como flores de manzano. Pero una chica que entra en la batalla a tu lado y te guarda las espaldas es otra cosa, es algo que te hace estremecer. Uno puede acordarse de la primera vez que se acostó con alguien o de la primera vez que se enamoró: esa explosión cegadora que te electrifica hasta las yemas de los dedos y te transforma como una iniciación. Juro que eso no es nada, nada de nada, comparado con el hecho de poner tu vida, sencilla y diariamente, en las manos del otro.

A estas alturas, creo que cualquier otra cosa que pueda añadir sobre El Silencio del Bosque palidece ante la gracia y destreza con la que Tana French teje el universo de Rob y de Cassie. Sin embargo, no os dejéis engañar por mi entusiasmo: esta novela dista mucho de ser una obra perfecta. Me atrevería a argumentar que es una lectura para paladares sofisticados ―y con ello no quiero dármelas de snob o elitista, pero si estás buscando un thriller al uso, ligerito y con un final para todos los públicos, mejor olvídate de este libro―. 

No os voy a mentir: esta es una novela difícil y deliberadamente decepcionante; frustrante y cruel tanto en el fondo como en la forma. Iría tan lejos como para afirmar que es insatisfactoria y anticlimática en la resolución de todos y cada uno de los frentes que aborda. Sin embargo, es quizás esta cualidad la que le confiere una belleza imposiblemente conmovedora. Épica, incluso. Me atrevería a afirmar que esta historia es una alegoría de la complejidad y el enigma que envuelven a las relaciones humanas, una exploración poética de la amistad y el amor, de la verdad y la mentira, de la semilla del miedo que impide a las personas llevar una vida plena. ¿Qué decir? Adoro este libro, pero no me atrevo a revelar más. Lo mejor es que lo leáis y saquéis vuestras propias conclusiones.

pd: a modo de curiosidad, JM ha utilizado hace poco In The Woods como base para un trabajo de adaptación cinematográfica. Tal vez tengáis curiosidad por ver a quién ha elegido para interpretar a Rob y a Cassie… ;)